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ANÁLISIS | Mensaje de Navidad del jefe del Estado
Columna
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Si no son buenos deseos es tirón de orejas

Entre los buenos deseos impostados que corresponden a "estas fechas tan entrañables" y el tirón de orejas al Gobierno y a la oposición. Que cada uno se quede con lo que mejor le venga del discurso del Rey, pero cualquier parecido con la realidad política es sólo pura coincidencia.

"La solución de la crisis exige trabajar juntos en la misma dirección", ha dicho el Rey, pero los dos grandes partidos han hecho de la economía el campo de batalla de la confrontación política y ninguno de los dos, más allá de las apelaciones retóricas, pretende cerrar acuerdos. "Sumar voluntades en torno a los grandes temas de Estado", ha asegurado el Rey, pero Zapatero y Rajoy no se ven desde hace más de un año.

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"Mucho sentido de Estado, tanto a la hora de gobernar, como de ejercer la oposición", ha dicho el Rey, pero no hay convocada ninguna reunión entre el presidente del Gobierno y el líder del PP y ninguno de los dos parece tener interés alguno en pactar.

"El más amplio entendimiento y solidaridad entre todos los españoles, entre todas y cada una de nuestras comunidades autónomas. No nos podemos permitir que las legítimas diferencias ideológicas resten energías al logro de los consensos que piden nuestros ciudadanos", ha añadido sólo 10 días después de que las comunidades y el Gobierno enterraran la Conferencia de Presidentes. "Un gran acuerdo nacional en materia de educación", ha pedido el Monarca, después de que en julio se emplazaran a pactos sobre enseñanza y energía. No hay noticia de avance en el acuerdo de Estado sobre esas materias. "Sirvamos al interés general. Para ello necesitamos actuar con inteligencia y generosidad, y aplicar la fuerza de la unidad, del diálogo y del compromiso", ha deseado don Juan Carlos, aunque ha pasado año y medio de legislatura sin acuerdos entre empresarios y sindicatos. Lo ha dicho cuando superamos lo peor de la recesión sin pactos sociales y en vísperas del enésimo intento, sin que se haya consensuado ni la agenda y con una de las dos partes, la empresarial, lastrada por los problemas de su presidente.

El Rey ha alabado la labor de las Fuerzas Armadas en "la vigilancia frente a acciones delictivas tan inaceptables como la piratería marítima", aunque todavía resuenan los ecos del durísimo enfrentamiento político a cuenta del secuestro de los tripulantes del Alakrana en el Índico. Incluso, aún está pendiente para febrero el debate y votación de las reprobaciones de tres ministros por esa crisis. El Rey ha apelado a luchar contra el "terrorismo internacional" que "ha secuestrado de forma intolerable a varios compatriotas, cuya libertad exigimos" y, sin embargo, ese episodio sirvió para que destacados dirigentes del PP lo atribuyeran a la debilidad de la política exterior del Gobierno. Tampoco coincide con la realidad lo de la "honradez como regla inexcusable de conducta", ni el respeto a instituciones como el Constitucional.

Si lo del Rey no son sólo buenos deseos navideños, quizás es que él fue uno de los ciudadanos a los que el CIS preguntó y que sitúan a la "clase política" como uno de los principales problemas de España. Si fuera así, estaría reprochando a los dos principales partidos que sólo hayan pactado para salvar a los bancos, pero que no hayan acordado ninguna medida contra el paro. Si fuera así estaría agitando a los políticos a levantar el vuelo de las estrategias del regate corto, frente a la desafección ciudadana.

Como las interpretaciones son libres, habrá quien rebusque significados a que el Rey haya definido a España como "gran Nación", precisamente cuando el Tribunal Constitucional mantiene un interminable debate sobre el concepto de nación incluido en el Estatuto de Cataluña. Y a que utilice, precisamente, la palabra "sostenible", el mantra de Zapatero para la legislatura, cuando habla de economía.

Por fortuna, el terrorismo cada vez ocupa menos espacio en su mensaje, que se emite con normalidad en ETB, como prueba de las cosas que han cambiado este año.

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