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Columna
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Llamada a la sociedad civil

Dos patronales, CEV y AVE, han divulgado, en lo que quizá no sea una mera coincidencia, su respectivo estudio acerca de la economía valenciana, con análisis y recetas para salir de la grave tesitura, que por cierto pronostican de más larga duración de lo previsto, aunque previsiones al respecto las hay de toda la gama del pesimismo. Los cenáculos más sensibilizados y la positiva acogida mediática revelan que la iniciativa ha sido bien valorada, al margen de las discrepancias puntuales e ideológicas que obviamente han de darse. Si alguna objeción genérica habría de hacérsele a los empresarios es lo mucho que se han demorado en parir los dictámenes, habida cuenta de lo prolongada y profunda que es la crisis por estos páramos.

Como claramente se desprende de los documentos aludidos, según la competente información publicada, los patronos señalan con el dedo muchas de las dejaciones y lagunas del gobierno autonómico y -lo que acaso nos parezca más importante- formulan una llamada a la sociedad civil para que, al modo del Séptimo de Caballería, acuda a sacarnos del marasmo al que nos han abocado los políticos. Claro que unos mucho más que otros, pues la oposición no ha tocado pelota desde 1995, sumida como está en el ostracismo. Y cuando se habla de sociedad civil hay que colegir lo que nos ha aleccionado un ilustre maestro de la ciencia política:"La societat civil son ells mateixos, els empresaris, ¿o creus que es refereixen a les ONG?" Pues eso: se refieren a un gobierno de los empresarios, que por supuesto cuenta con precedentes en algunas democracias avanzadas, o que por tal se las tiene.

Es evidente que nuestro moderado y pragmático estamento patronal no postula un golpe de estado blando y encubierto, que bien podría justificarse a la vista de un Consell, y sobre todo de un presidente, rehenes de sus errores, inmovilizados, casi caquéticos, ante los desafíos que se les han venido encima, y sumidos, además, en un caos financiero que convierte en chiste macabro el habitual discurso hiperbólico, el de los grandes eventos que tanto nos envidia -dicen- el mundo mundial. No hay, pues, que alarmarse ante la perspectiva de que provisoriamente nos gobiernen los empresarios mediante un gabinete de gestión. El molt honorable Francisco Camps podría seguir formalmente en su puesto con el fin de preservar la legitimidad estatutaria e inaugurar las obras públicas que financia el plan de Rodríguez Zapatero.

Este desenlace puede parecer chocante a cualquier observador apresurado, pero a poco que lo medite y, sobre todo, se desprenda de los tópicos partidarios, digamos de izquierda, advertirá que toda la maniobra se reduce a llegar a puerto, pero guiados por manos expertas. Por lo pronto, nadie más avezado que los patronos para administrar con responsabilidad deudas monumentales como son en este caso las de la Generalitat;al tiempo, se desarrollaría con mayor eficiencia el propendido nuevo modelo económico, por el que se acentúa el recorte y privatización de los servicios públicos, tal como viene aconteciendo con la sanidad y la enseñanza allí donde el PP manda. Además, si nos gobiernan los empresarios es hasta posible que nuestras grandes entidades de ahorro -Cam y Bancaixa- así como el Banco de Valencia puedan resistirse a ser trasegadas por un gran entidad ajena y lejana de cuyas ceremonias prenupciales ya se habla. "La proximidad compromete", han dicho los patronos. Y no se agotan ahí las ventajas. ¿Y la democracia? Eso nos venimos preguntando aquí y ha tiempo nosotros.

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