La oposición italiana prepara un gran frente democrático contra Berlusconi
Los democristianos sugieren una alianza republicana con Fini y la izquierda
El líder de los democristianos italianos, Pier Ferdinando Casini, lanzó ayer en público una idea que se viene fraguando en la sombra desde hace semanas: un "frente democrático" que se oponga a Silvio Berlusconi en caso de que el primer ministro decida romper la baraja y acudir de nuevo a las urnas en busca de legitimidad. O incluso antes, si el primer ministro, cada día más agobiado por sus causas judiciales, insiste en llevar adelante su plan y la reforma en solitario de la Constitución.
Casini, secretario general de la Unión de Demócratas Cristianos (UDC), advirtió ayer que si Berlusconi sigue en sus trece y "utiliza los problemas judiciales para convertir la democracia en monarquía atacando al presidente de la República y al Constitucional", tendrá una "respuesta dura, neta y unívoca, y habrá sorpresas".
La sorpresa sería una especie de "alianza republicana" de salvación nacional. Toda la oposición, unida en un frente anti-Berlusconi. La UDC; el Partido Democrático (PD, centro izquierda); la izquierda justicialista Italia de los Valores; los centristas de Francesco Rutelli (huido del PD hace un mes), a los que se sumaría un tránsfuga de lujo: Gianfranco Fini, presidente de la Cámara de Diputados y cofundador del Pueblo de la Libertad.
El secretario del PD, Pier Luigi Bersani, elogió ayer la "importante" propuesta de Casini. "Hay que reforzar el sistema parlamentario contra la deriva populista", afirmó. "Veo posible que una nueva formación amplia pueda convertirse poco a poco en alternativa de Gobierno".
Fini no quiso comentar la idea. Dijo que no habla de Italia cuando está "fuera de Italia", y al justificar así su silencio asestó una nueva estocada a Berlusconi, quien esta semana aprovechó su visita al Partido Popular Europeo en Bonn para presumir de tener "dos pelotas" y cargar violentamente contra el jefe del Estado, Giorgio Napolitano, y "el partido de los jueces". El notorio hartazgo mutuo en la pareja Fini-Berlusconi parece, en todo caso, a punto de pasar a mayores. Fini rechaza su "continua demolición" de las instituciones, Berlusconi no soporta las críticas de su supuesto delfín, al que llama "presunto amigo".
Tras el "desolador espectáculo" de Bonn (ha dicho Fini), la ruptura es casi un hecho, decía ayer La Stampa. El momento podría ser hoy mismo, si Berlusconi, esperado en un mitin en la plaza del Duomo de Milán, insiste en atacar a diestro y siniestro. O en unos días, si Napolitano, como se intuye, se niega a firmar las nuevas leyes ad personam cocinadas por los abogados de Berlusconi.
Fini ha hecho saber a los suyos (unos 50 diputados y 20 senadores) que en caso de voto anticipado dejará al Cavaliere solo con la Liga Norte. Pero quizá deba hacerlo antes. La inquietud por el creciente descontrol del Cavaliere es general.
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