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Reportaje:DELINCUENCIA ORGANIZADA

España juzga a la mafia rusa

La vista celebrada contra Kalashov en la Audiencia Nacional es la primera entre los casos pendientes con grandes 'capos'

Luis Gómez

Zakhar Kalashov se sentó ante un tribunal español acusado de asociación ilícita y blanqueo de dinero. No hace mucho tiempo estaba considerado por los centros de inteligencia (FBI y CIA entre otros) como uno de los siete principales jefes mafiosos en Rusia. Había sido detenido en los Emiratos Árabes en una operación diseñada por la policía española desde Madrid hace tres años. Y ahora estaba ante el juez con un aspecto modesto: pantalón vaquero y un jersey de lana de dudoso gusto. No perdió la sonrisa en ningún momento, ni siquiera cuando le pidió al fiscal que le preguntara si era rico. Y declaró en un correcto castellano, a pesar de haber vivido dos años y medio en celdas de aislamiento por varias cárceles españolas.

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El juicio se celebró durante el pasado mes de noviembre en la sede que la Audiencia Nacional tiene en San Fernando de Henares (Madrid) en los márgenes de un polígono industrial, rodeado el edificio por camiones de gran tonelaje. En la sala, 12 acusados, apenas media docena de familiares o visitantes y una pléyade de casi 20 abogados defensores. No más de dos o tres periodistas en la mayoría de las sesiones. Visto en perspectiva, parecía un juicio digno de no llamar la atención de nadie.

Y, sin embargo, allí estaba sentado Kalashov. No era objeto del juicio su pasado, con antecedentes en actividades criminales, algunas tan sugerentes como la extorsión, el asesinato o el tráfico de armas. Tampoco se trataba de dilucidar cómo controla los principales casinos de Moscú ni el carácter de sus inversiones, entre otras, en la petrolera Lukoil. Apenas se tocaron esos aspectos. Kalashov estaba sentado en la Audiencia Nacional acusado de haber blanqueado una cantidad que el fiscal evaluó en 7,5 millones de euros. Kalashov disfrutaba en España de temporadas de descanso que amenizaba con la práctica del tenis y el esquí. Como ha sucedido en otros casos, no es por el delito más grave por el que un delincuente acaba en la cárcel.

Kalashov era uno de tantos millonarios rusos de oscuro pasado que se afincaron en España durante los noventa. Nadie les molestó durante años. Vivían rodeados de lujo. De hecho, el juicio ha permitido confirmar cómo varios jefes mafiosos vivían en fincas vecinas en la urbanización Playa Flamenca, en la localidad alicantina de Altea. Y eran estrechamente vigilados por la Guardia Civil, cuyo papel en este asunto ha quedado en entredicho. El instituto armado controlaba sus pasos, utilizaba a colaboradores de los rusos como confidentes, les regalaba teléfonos móviles para establecer un contacto más seguro y, presuntamente, daba el visto bueno a los negocios que emprendían. De todo ello "informaban a la superioridad", según declaró un testigo protegido de dicha institución.

Algunas de las defensas utilizaron estos hechos para argumentar que el caso de Kalashov era un "invento" de la Guardia Civil, cuyos informes nunca llegaron a un sitio conocido, a lo que parece. Hubo un hecho paradigmático que salió a colación en el juicio: con motivo del 50º cumpleaños, Kalashov decidió organizar una fiesta privada en España. Eligió el lujoso hotel Montíboli en Villajoyosa (Alicante), el cual quedó cerrado para la ocasión. Según algunos testigos, la Guardia Civil participó en la elección de este lugar y conoció todos los detalles de la celebración, incluida la lista de invitados. Y en esa lista figuraban al menos cinco o seis altos jefes de organizaciones criminales rusas (Tiurin, Oniani e Izguilov, entre otros). Los presuntos mafiosos y sus familiares se desplazaron desde Europa hasta Alicante, algunos en vuelo privado. Todos sabían que la fiesta estaba controlada por la Guardia Civil, pero interpretaron que era una forma de garantizar la seguridad del evento. De hecho, la fiesta fue grabada por varios agentes, algunos infiltrados como camareros. La calidad de la grabación resultó pésima.

Kalashov no abonó los gastos de aquella fiesta. El dinero no salió de su bolsillo. La pagó uno de sus colaboradores, Alexander Minim, que pasó de confidente a acusado. Minim se resistió a declarar en el juicio alegando su delicado estado de salud (es diabético y sufre del corazón), que podría agravarse si tenía que trasladarse desde Marbella hasta Madrid. Un médico forense tuvo que examinarle en su casa y certificó que podía declarar. Minim era uno de los hombres de Kalashov en España. Naturalmente, declaró a favor de su jefe, negando todo cuanto había dicho en declaraciones anteriores, entre otras cosas, que tenía miedo por su vida. Su declaración hubo de ser interrumpida varias veces para que descansara, momento que aprovechaba para salir a la calle y fumarse varios cigarros, a pesar de las advertencias del ex juez Javier Gómez de Liaño, que actuaba como defensor de uno de los acusados. Curioso.

A lo largo del juicio pudo evidenciarse cómo actúa un jefe mafioso al estilo ruso, cómo ejerce su poder y disfruta del lujo sin que aparezca nada a su nombre. De ahí se desprenden conceptos como los de "autoridad" o "autoridad muy respetada", muy difíciles de concretar policialmente. Una autoridad (o un jefe mafioso, o un ladrón en la ley, como se utiliza en la jerga rusa) es alguien muy respetado que no toca el dinero. No tiene cuentas ni firma cheques, carece de propiedades a su nombre, no es accionista de sociedad alguna. Siempre hay alguien que representa sus intereses. Y ésa ha sido la dificultad que ha debido superar la fiscalía: probar cómo detrás de algunas sociedades (para las que se utilizaban testaferros españoles), de compras de terrenos para construir mansiones o promover urbanizaciones en la Costa del Sol, estaban las órdenes de Kalashov, un hombre sin actividad conocida, que llegó a declarar en el juicio que era poco menos que un modesto "intermediario" en negocios relacionados con la venta de mármol.

El resto de acusados (un conjunto de individuos muy variopinto, entre rusos y españoles) prestaban servicios gratuitamente, si se tienen en cuenta sus testimonios en el juicio. Incluso, tras ser detenido Kalashov y extraditado a España (acción que alguna de las defensas consideró ilegal), se hicieron gestiones para mejorar su estancia en la cárcel e influenciar al juez instructor. Y quienes agilizaron estos servicios (entre ellos, Oleg Borontsov, un hombre muy relacionado en el mundo olímpico y que colaboraba con la candidatura de Madrid 2012) lo hicieron gratis.

Es más, uno de los acusados, representante de una de las sociedades involucradas en el proceso, se presentó ante el juez como un modesto inmigrante sin apenas recursos que había estado vendiendo La Farola por las calles. Curiosamente, estos modestos empleados celebraban luego reuniones en lujosos hoteles españoles, léase el Ritz y el Palace en Madrid, o Puente Romano y Guadalpín en Marbella.

El caso Kalashov está visto para sentencia. Varias fiscalías europeas están pendientes de su resultado. Jefes policiales de Rusia, Georgia e Israel han declinado su presencia en el juicio por miedo. Explícitamente, lo expresa un correo electrónico del Ministerio del Interior georgiano: "La participación de nuestros representantes en el juicio planeado en España puede poner bajo amenaza tanto a nuestros colegas como a los miembros de sus familias dentro del territorio de Georgia, así como en el extranjero".

Habrá sido el primer juicio a una presunta personalidad de la criminalidad rusa en España, donde se han desarrollado tres importantes operaciones policiales contra delincuentes rusos. Una fue Mármol Rojo, que fue un fiasco. Otra fue Avispa. Nunca se dijo que fue un fracaso: tenían en el objetivo a cinco mafiosos y se les escaparon cuatro, entre ellos Kalashov. Por eso su detención meses después en Dubai (se celebraba el cumpleaños de otro gran jefe mafioso, Ivankov) resultó un golpe de fortuna. Más tarde llegó la Operación Troika, con mucho mejor resultado. Los mayores golpes policiales contra la mafia rusa se han dado en España. Por eso, mucha gente está pendiente del resultado del juicio contra Kalashov.

Kalashov, al llegar a Getafe (Madrid) en un avión de la Fuerza Aérea Española, tras ser detenido en Dubai.
Kalashov, al llegar a Getafe (Madrid) en un avión de la Fuerza Aérea Española, tras ser detenido en Dubai.

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