Viñedos en las tierras del frío
El calentamiento beneficiará al turismo y la agricultura en Escandinavia y el Báltico - El saldo económico puede ser positivo, pero con riesgo de catástrofes
En las mismas tierras donde se celebra la Cumbre del Clima, como a una hora del Bella Center de Copenhague, cultiva con mimo sus viñas Jean Becker, presidente de la Asociación Danesa de Viticultores. En los últimos 10 años, ha visto cómo el frío país escandinavo pasaba de contar con apenas ocho viñedos a tener ahora cerca de 70. Y esto en cuanto a explotaciones comerciales, pues en la asociación son ya 1.480 viticultores los que consiguen criar vides como simple afición. "Cada año aparecen unos 10 nuevos productores comerciales", precisa Becker. Es el "milagro danés del vino" y buena parte de la culpa la tiene el aumento de las temperaturas.
¿Puede ser el cambio climático una amenaza para muchos países y a la vez beneficioso para otros? Esto se desprende al menos del informe final del proyecto de investigación PESETA (Projection of Economic Impacts of Climate Change in Sectors of the European Union based on bottom-up Analysis), presentado de forma reciente por la Comisión Europea. Este trabajo ha analizado qué impactos económicos puede tener para los países de la UE una subida de las temperaturas medias de 2,5 a 5,4 grados con respecto a los niveles preindustriales y encuentra que hay un grupo de naciones que puede salir beneficiado: el de los países escandinavos y los del Báltico (Estonia, Lituania y Letonia). El estudio prevé en estas tierras un posible aumento de producción de las cosechas de hasta un 52% y un incremento de las pernoctaciones hoteleras del 25% allá donde más suban las temperaturas.
En Dinamarca ya hay 1.480 viticultores registrados
La gente del norte muere con golpes de calor si hay más de 40 grados
Curiosamente, las respuestas a los interrogantes suscitados por esta investigación económica no están en Dinamarca, sino en el primer piso del Edificio Expo, en Sevilla, donde se encuentra el Institute for Prospective Technological Studies del Joint Research Center (IPTS-JRC) y donde trabajan Juan Carlos Ciscar y Antonio Soria, que se ocupan de la coordinación científica del proyecto PESETA. "En el escenario más favorable para ellos, los países del norte de Europa aumentarían su PIB en 5.000 millones de euros anuales", comenta el economista Ciscar, que inmediatamente muestra el otro lado de la balanza: "Pero en el escenario menos desfavorable para el sur de Europa las pérdidas son de 8.000 millones".
¿Cómo de fiables son este tipo de estimaciones económicas? Los propios coordinadores del estudio introducen matices a sus conclusiones. Uno de los principales es que se han analizado los efectos en sectores con precio en el mercado (como la agricultura o el turismo), pero no se han considerado las consecuencias de la caída de biodiversidad, del deterioro de ecosistemas, de fenómenos extremos como olas de calor o de hipotéticas catástrofes. Este último factor puede aumentar de forma considerable las pérdidas globales y por eso su estimación total de daños (entre 20.000 millones de euros -un 0,2% del PIB- y 65.000 millones -un 0,5 del PIB-) resulta bastante menor que la del Informe Stern (que preveía que, de no hacer la inversión necesaria del 1% del PIB para frenar el cambio climático, el coste de los daños será de entre el 5% y 20% del PIB). "Es un análisis limitado, pues nos centramos en aquello que cuenta con una valoración en el mercado, un batracio no la tiene, pero a lo mejor su pérdida puede suponer un importante daño económico para la industria farmacéutica", subraya el ingeniero industrial Soria.
Con todo, esta laboriosa evaluación económica ha durado más de tres años y se corresponde con otras predicciones que también prevén una ventaja económica donde otros ven un desastre, como la explotación de recursos minerales o la apertura de nuevas vías de navegación por el deshielo de las regiones árticas. "Nos invitaron a presentar el estudio a Rusia y estaban encantados", relata Ciscar, que advierte que el que algunos sectores se vean beneficiados, no significa que no puedan sufrir pérdidas significativas por otro lado. "Allí en Rusia están ahora preocupados por lo que pueda pasar con los gasoductos".
"Yo creo que en general éste es un juego de suma negativa, todo el mundo va a salir perdiendo; es miopía pensar que pérdidas de unos puede ser beneficios de otros", recalca por su parte Soria.
Como insiste este ingeniero, el estudio muestra otra limitación que debería corregirse en el futuro y es que no incluye la variante temporal. "Este trabajo es una foto estática, pero el impacto de los cambios depende mucho de la velocidad con la que se producen". Y tampoco resulta demasiado consistente la metodología utilizada para evaluar los daños económicos en el sector de la salud: "La mortalidad se ha medido con temperaturas medias y no hemos tenido en cuenta episodios extremos", comenta Ciscar, "un efecto relevante, pues con olas de calor de 40 grados la gente muere en el norte".
El propio viticultor danés Jean Becker tampoco lo ve tan claro. Desde que comenzó a cultivar en el año 2000 variedades de uva como Rondo, Regent o Leon-Millot ha visto aumentar sus números y ahora produce unas 2.000 botellas de vino tinto al año. Ahora bien, no cree que deba agradecérselo todo al aumento de las temperaturas. "El hecho de que el vino crezca en Dinamarca no se debe enteramente a cambios en el clima, sino también a una concienzuda investigación con variedades de uva".
Beneficiados
- Emisiones. Los países nórdicos y bálticos apenas emitieron en 2006 el 1,6% del total de las emisiones de CO2. Son 482 millones de toneladas anuales, un 30% más entre todos ellos que España sola.
- Postura ante Copenhague. Hay dos grupos diferenciados. Los escandinavos (Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlandia), con gran desarrollo y una opinión pública muy concienciada para que haya acuerdos; y los bálticos (Estonia, Letonia, Lituania), que necesitan emitir más para industrializarse.
- Lo que se juegan. También en este sentido hay un doble aspecto. Por un lado, su condición de territorio límite les hace muy vulnerables al deshielo. Pero un aumento de las temperaturas permitiría dedicar a la agricultura gran parte de un territorio ahora congelado.
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