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La 'Y' ferroviaria acelera su avance un año después del asesinato de Uria

La estrategia terrorista no logra paralizar la mayor infraestructura vasca

Mikel Ormazabal

Con el asesinato hace hoy un año del empresario Inaxio Uria, dueño de Altuna y Uria, una de las adjudicatarias de las obras de la Y ferroviaria vasca, ETA no ha conseguido su objetivo de hacer descarrilar el proyecto del tren de alta velocidad. Un año después del crimen, la ejecución del AVE vasco ha acelerado su marcha sin contratiempos, las instituciones han redoblado la apuesta por la infraestructura y las constructoras han revalidado su compromiso, pese a la amenaza terrorista. En cambio, la presión que ejercían los grupos opositores ligados a la izquierda abertzale ha ido desinflándose con el tiempo. ETA está perdiendo su causa de parar el tren de alta velocidad.

Cuando los pistoleros de la banda abatieron a tiros en Azpeitia al constructor nacionalista, el proyecto estaba ejecutándose en un tercio de los 94 kilómetros que conectarán Vitoria con Bilbao, el eje que le corresponde gestionar al Ministerio de Fomento. En la vertiente guipuzcoana sólo estaba en obras el tramo Ordizia-Itsasondo (2,8 kilómetros). En ese momento, los trabajos en marcha suponían algo más de 500 millones de euros de inversión en total.

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Las obras seguían a finales de 2008 su curso pese a que la maquinaria terrorista ya se había puesto en funcionamiento un año antes, cuanto ETA incluyó la Y vasca entre sus objetivos, y se venían sucediendo con demasiada frecuencia atentados, ataques y sabotajes contra intereses relacionados con el proyecto ferroviario. Interior había contabilizado por entonces alrededor de 40 acciones violentas contra las empresas y sus propiedades.

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Pero el asesinato de Uria, de 70 años, dio otra dimensión al conflicto. ETA hizo sacudir el fantasma de una posible reedición de los casos de la central nuclear de Lemóniz, que no llegó a construirse, y la autovía de Leizaran, cuyo trazado hubo que modificar por la presión terrorista.

Sin embargo, el amplísimo rechazo social y la contundente respuesta institucional que suscitó la muerte del empresario de Azpeitia ha puesto a salvo la continuidad del AVE.

Inaxio Uria no puede comprobar que en la actualidad se están construyendo 15 tramos que totalizan 94 kilómetros, más de la mitad de los 172 kilómetros que unen las tres capitales vascas. Las obras en ejecución representan una inversión de 851 millones. Las máquinas están trabajando en todo el trazado que discurre entre Vitoria y Bilbao, salvo entre Elorrio y Abadiño y en los accesos a ambas capitales.

En Guipúzcoa se ha sumado recientemente el tramo Beasain Este. El Departamento de Transportes quiere adjudicar antes de acabar este año otros cinco tramos y se ha comprometido a que 44 kilómetros del ramal guipuzcoano (76 kilómetros en total) estén en obras a finales de 2010.

Al mismo tiempo que han ido impulsándose sin pausa los trámites y los trabajos para llevar adelante la infraestructura más costosa de Euskadi (4.178 millones de inversión), la estrategia de los movimientos radicales ha perdido mucho brío. Interior ha constatado un notable descenso de los ataques en el último año. Al poco tiempo de matar a Uria, a finales de enero pasado, la organización armada confirmó que el AVE vasco seguía siendo un "objetivo" de sus atentados.

La intromisión sanguinaria de ETA en la lucha contra el trazado ferroviario produjo más de una disidencia en los movimientos ecologistas, cuya reacción inmediata al crimen se quedó a mitad de camino. Salvo alguna voz distinguida, como la de Iñaki Antigüedad a título personal, la Asamblea contra el TAV evitó condenar el asesinato de Uria. La plataforma se limitó a rechazar la "intervención de ETA" en este asunto. Sin embargo, desde que esta causa quedó manchada de sangre por el atentado, ha sido apreciable la pérdida de adhesiones y de empuje en el movimiento opositor.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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