¿Gato por momia?
Muchas personas se habrán sentido un tanto decepcionadas por el estado de Pere el Gran, avizorado, casi imaginado, en las extraordinarias imágenes obtenidas de forma no intrusiva -esto hay que recalcarlo: ¡ojalá se hubiera podido hacer eso con Tutankamón!- por los arqueólogos (insistamos en que la endoscopia se le ha hecho a la tumba, no al rey). Es verdad que tiene más de 700 años, pero está muy ajado; irreconocible, oigan.
La noticia de que se había hallado su momia animó ayer los desayunos y no eran pocos los que esperaban ver un cuerpo serrano, unos recios brazos que aferraban una larga espada y un rostro noble de serenas facciones tras la celada del célebre yelmo historiado de la familia coronado por un dragón. ¡Naranjas de la China! Algunos se dirán que nos han dado gato por momia.
Pese al uso de la palabra momia, ante lo que estamos es ante un cuerpo, dicen los técnicos que embalsamado, que ha decaído un montón. Nada que ver, parece, con las momias egipcias, incas o guanches, tan bien preservadas -por la maestría de los que las conservaron o por las condiciones ambientales-. Tampoco con otros célebres personajes de ultratumba, como los hombres de los pantanos -el de Tollund, el de Grauballe, el de Lindow-, los escitas de Pazyryk, a los que se les veían hasta los tatuajes, o el congelado de Similaun: Ötzi de los Alpes. Las imágenes nos muestran un abigarrado y algo repulsivo conjunto en el que parecen fundirse indisolublemente, con el cenagoso abrazo de la muerte y el tiempo, restos orgánicos y diferentes materiales. Aceptamos la palabra casco porque nos lo dicen. Aquí y allá aparece un hueso pelado. Más que el enterramiento de un rey parece el de un orco.
Para dar una opinión atinada de cómo está en realidad habrá que esperar a que lo adecenten un poco. Quién sabe, igual emerge de ahí un monarca de corte shakespeariano. Tengamos fe.
Todo lo señalado no ha de impedir valorar lo sensacional del asunto, aunque cuesta creer que nadie, ni siquiera un carlista, se hubiera asomado al sepulcro. Por otra parte, reyes intactos tenemos muchos por Europa: vamos no imagino que se haya violado (!) a los difuntos monarcas ingleses que descansan en la abadía de Westminster, como Eduardo el Confesor. Es verdad que María de Escocia no estará enterita, pero es porque la decapitaron mal (el verdugo no tuvo el día).
Lo del ritual egipcio da que pensar. Cabe preguntarse qué grado de conocimiento del asunto tendrían en la Corte de Aragón en el siglo XIII; me temo que poco. En fin, en ese aspecto la cosa le va a encantar a Iker Jiménez.
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