Koenigsegg comunica a GM que renuncia a comprar Saab
El fabricante de EE UU baraja el cierre de la filial sueca
General Motors (GM) se llevó está vez la sorpresa. El fabricante escandinavo Koenigsegg decidió ayer abandonar su oferta para comprar la sueca Saab, una salida inesperada que va a obligar a la dirección de la compañía en Detroit a trabajar durante el largo puente de Acción de Gracias para analizar alternativas.
GM se enfrenta así, en el curso de un mes, a decisiones sobre dos marcas de las que en un primer momento quería desprenderse. Pero a diferencia de la alemana Opel, que al final decidió mantener en su estructura en lugar de venderla al consorcio liderado por Magna, el fabricante se declara "decepcionado" por este desenlace en Saab.
Koenigsegg, especializado en el segmento de coches deportivos, selló el acuerdo de compra con GM en agosto, tras negociar durante dos meses los términos de la transferencia del control. Para que pudiera cuajar, el Gobierno sueco debía garantizar un préstamo de 400 millones de euros del Banco Europeo de Inversión. "Muchos trabajaron sin descanso durante los últimos meses para crear un plan sostenible para el futuro Saab vendiendo la marca", dijo ayer el consejero delegado de GM, Fritz Henderson. Éste no descartó que el consejo de administración adopte ya la semana que viene una decisión sobre lo que hacer.
El fallido comprador tiene 45 empleados y fabrica deportivos
Lo cierto es que eran pocos los que se creían que una empresa con apenas 45 empleados como Koenigsegg pudiera hacerse con una marca que, en su mejor año, fabrica 160.000 vehículos y cuenta con 3.400 empleados. Pero GM no parece que haya tanteado a otros interesados por Saab, lo que hace dudar de su supervivencia.
Este revés se produce mientras GM perfila su plan para reflotar Opel e intenta reconstruir sus operaciones en Norteamérica en torno a las marcas Buick, Cadillac, Chevy y GMAC. La venta de Saturn a la red de concesionarios Penske Automotive también sufrió un desenlace similar al de Saab en septiembre.
GM trata además desmantelar Pontiac y vender Hummer, cortejada por inversores chinos. Ante esta situación, y tras dos décadas sin conseguir que Saab gane dinero, la opción que cobra más fuerza en Detroit es echar directamente el cerrojo a la filial, lo que deja en una situación comprometida al Gobierno sueco.
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