Las familias vascas se quedan en tierra
Los parientes de los marineros gallegos les recibieron ayer en Seychelles
Una veintena de familiares de los tripulantes vascos del Alakrana declinaron acudir a recibir a sus allegados a las Seychelles. "Si vamos o no vamos no es porque les queremos más o menos o porque queramos ir o no con el Gobierno; es una decisión de cada uno", defendió Argi Galbarriatu, hermana del capitán del atunero. Los familiares partieron ayer por la tarde, en autobús, hacia Madrid. Recibirán a las ocho de esta mañana a sus parientes en la base aérea de Torrejón para regresar juntos después, aunque no han querido comunicar cuándo.
En las últimas horas, los familiares de los marineros vascos han preferido actuar con la máxima reserva. Argi Galbarriatu pidió que se les deje "tranquilos". Fuentes del Gobierno vasco apuntaron a EL PAÍS que, en su reunión con el lehendakari, los allegados le pidieron que, una vez liberados los marineros, el reencuentro con ellos se produjera en la más estricta intimidad.
En Victoria (Seychelles), un segundo reconocimiento médico y psicológico certificó ayer que los marineros se encuentran bien de salud. Incluido el pescador que sufrió un cólico nefrítico y otro que sufrió una crisis de nervios tan fuerte que los médicos temieron que se tratara de una angina de pecho.
El Alakrana saldrá a faenar de nuevo en menos de una semana. Pero esta vez con seguridad privada y armas de guerra para tratar de disuadir a los piratas.
Ayer, todo fue alegría y emoción en el puerto de Victoria tras la llegada de los pescadores. Ricardo Blach, patrón del Alakrana, exclamaba, abrazado a su hija Cristina: "Esto es un sueño". Un sueño "después del infierno".
El Alakrana fue recibido en el puerto de Victoria sólo por las esposas e hijos de los marineros gallegos porque los familiares de los vascos rechazaron el ofrecimiento del Gobierno de viajar en el avión de la Fuerza Aérea, según el Ministerio de Defensa. También esperaba la madre de Wilson, marinero de Seychelles, con un enorme sombrero y vestida de fiesta, porque celebraba el reencuentro con su único hijo varón.
Silvia Albes y el marinero Pablo Costas se abrazaron durante varios minutos. Mientras tanto, el patrón del Alakrana confesaba que algunos de sus hombres están pensando en buscar trabajo en tierra. Para él, éste ha sido su "último viaje".
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