Baronesa y sin experiencia
La británica Catherine Ashton ha llegado de rebote, y a sus 53 años, a la cabeza de la política exterior europea, en lo que debería resultar satisfactorio para los profesionales de la diplomacia. Javier Solana, de quien hereda un cargo muy reforzado, decía este verano en una conferencia dictada a poca distancia de Oxford: "La Unión Europea no puede tener una política exterior creíble sin Reino Unido. Ustedes tienen algo que muy pocos otros países de la UE tienen: un enfoque global". Y un Foreign Office que puede servir de espejo al futuro Servicio Europeo de Acción Exterior.
Pero no hay que esforzarse mucho para ver que Ashton no es lo que se esperaba, más allá de la cuota reclamada a voz en cuello por quienes pedían "mujeres competentes" en las altas instancias de la UE. A Ashton no se le conoce ninguna competencia en política exterior y su mayor mérito político con vertiente comunitaria fue conseguir que la Cámara de los Lores aceptara el Tratado de Lisboa.
Desde octubre del pasado año es comisaria de Comercio en el equipo de José Manuel Durão Barroso, donde tomó el relevo de Peter Mandelson, un auténtico peso pesado laborista. Su biografía política en Reino Unido es extremadamente escasa, resumida en algunos detalles en posiciones menores en Educación, Asuntos Constitucionales y Justicia. De allí fue catapultada por Gordon Brown a presidenta de los Lores, lo que le confiere el título no hereditario de baronesa Ashton; y de las orillas del Támesis, a Bruselas como responsable de Comercio.
En su examen de hace un año ante el Parlamento Europeo se criticó la total inexperiencia en materia de comercio mundial de quien se iba a poner al frente del primer bloque comercial del mundo y hablar por su voz al orbe. Ha dejado una huella relativa. Fuentes de la Comisión señalaban ayer que Ashton "ha demostrado que de forma discreta se puede funcionar" y aludían a ciertas armonías con Rusia, China o países de América y África. Pero su promoción a alta representante se produjo casi a la misma hora en que los Gobiernos de la Unión condenaban sus planes proteccionistas del calzado europeo ante China y se negaban a extender quince meses más la protección arancelaria vigente desde 2006. Ahora será la voz y la imagen de la política exterior de la Unión.
Ashton nunca ha disputado unas elecciones. Se desconocen sus opiniones o ideas en el mundo de las relaciones externas. Estudió Económicas y está casada con un reputado analista político británico, Peter Kellner. Entre ambos tienen cinco hijos. Si la capacidad se le supone, el nombramiento de Ashton habrá servido para alcanzar un doble objetivo: Londres ocupará un cargo muy relevante en el nuevo organigrama creado por el Tratado de Lisboa y la futura Comisión tendrá un tránsito europarlamentario menos amenazado por la presencia de una mujer socialista en la cúpula de la Unión.
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