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Columna
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Miénteme

Así se titula una serie que está emitiendo Antena 3. La protagoniza Tim Roth en el papel del doctor Lightman, un brillante especialista en "comunicación no verbal", es decir, en detectar las verdaderas emociones e intenciones del sujeto, mediante la atenta observación de su expresión facial, su voz y sus gestos corporales. Junto a su equipo, Lightman ofrece sus servicios de experto detector de mentiras y otras emociones falsas a la policía y al FBI.

Lo fascinante del asunto es que la base fisiológica-psicológica es rigurosamente cierta y comprobada científicamente. El profesor Paul Ekman, de la Universidad de California, asesor e inspirador de la serie, es el mayor experto en la materia. Tras estudiar por ordenador los movimientos musculares de la cara, ha demostrado que somos capaces de generar más de diez mil expresiones y que la mayoría escapan a nuestro control. Es decir, mientras estamos concentrados en nuestro discurso, nuestra cara y nuestro cuerpo hablan por nosotros, revelando más cosas de las que nos gustaría.

Ekman ha identificado con rigor los signos faciales que revelan una mentira o una emoción falsa: asimetría facial, falta de suavidad en la manera en que la expresión aparece y desaparece del rostro, así como microexpresiones, movimientos faciales muy rápidos que se distinguen por abarcar todo el semblante y que pueden fácilmente pasar inadvertidas. Así se puede saber que, por ejemplo, una sonrisa es falsa porque no está acompañada de la acción de los músculos orbiculares de los párpados, ni se alzan las mejillas, ni descienden las cejas, ni aparecen las típicas patas de gallo.

Es la pesadilla de Pinocho, a quien le crecía la nariz cada vez que mentía. La pesadilla de no ser capaces de ocultar lo que sentimos, de delatarnos a nosotros mismos. Existen múltiples supersticiones parejas. Según una creencia tradicional vasca, por ejemplo, un orzuelo en el ojo indicaría que el sujeto ha dicho o esconde una notable mentira. Una idea que también nos recuerda Balzac: "Todos nosotros tenemos algún espacio donde triunfa el alma, un cartílago de oreja que enrojece, un nervio que se estremece, una manera demasiado significativa de desplegar los párpados, una arruga que se ahonda intempestivamente, una parlante expresión de los labios, un elocuente temblor de la voz, una respiración que se dificulta. ¡Qué quiere usted! El Vicio no es perfecto".

Afirman en Miénteme que la mayoría de la gente miente un media de tres veces en una conversación de diez minutos. Se trata en muchos casos de mentiras blancas de las que apenas somos conscientes. Y que, por supuesto, mienten constantemente los políticos, como ilustran los didácticos análisis de las expresiones faciales de, entre otros, Nixon, Ahmadineyad o Bush, que cuajan la serie. La pregunta es: ¿cuánta verdad somos capaces de soportar sin rebajar su dramática intensidad con mentiras consoladoras?

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