Hereu advierte del riesgo del populismo tras los casos de corrupción

La corrupción política (caso Pretoria) y otros recientes y sonados procesos judiciales (caso Palau) pueden derivar en un populismo indeseable y "generar fenómenos como el de Berlusconi". La reflexión la hizo ayer el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, a la vez que defendía la honestidad de la política y la honradez de la gran mayoría (el 99%, dijo) de los que se dedican a la cosa pública. Aunque no de forma explícita, el alcalde también contestó a las consideraciones realizadas por el presidente del FC Barcelona, Joan Laporta, que se postuló como líder para dar el salto a la política. "No hay que admitir según qué lecciones", contestó, después de un largo circunloquio, a una pregunta realizada en el Fórum Social Pere Tarrés, que organiza estos debates con la colaboración de EL PAÍS. Se trataba de un coloquio convocado para hablar de las políticas sociales y a él asistieron representantes de muchas entidades representativas del tercer sector.

El alcalde defiende la honestidad de la política

Pese a que la intervención del alcalde se centró en la política social del Consistorio y en defender la prioridad de la cohesión social, lo que centró el debate fue en qué lugar queda la política tras los casos de corrupción. El propio director de la fundación, Josep Oriol Pujol, manifestó su rechazo a "los robos, los abusos de poder y a intermediaciones escandalosas". Reivindicó el buen nombre de las fundaciones y las convicciones generosas que les mueven, en alusión al descrédito que algunos de esos casos judiciales han supuesto para esas instituciones. Hereu no escurrió el bulto: "El debate contra la corrupción es el debate por la democracia", dijo. Y añadió que lo que importa es "establecer mecanismos para detectarla y hacerla pagar", y combatir "el populismo, que es no decir la verdad a la gente".

En cuanto al tema del coloquio, Hereu reiteró su discurso en defensa de la cohesión social como prioridad de la política, especialmente la municipal, y subrayó que en momentos de crisis económica "el gran reto" es que "en las ciudades de tamaño medio la diferencia no se convierta en una amenaza, con el peligro de que no sean un espacio de diálogo, sino de confrontación".