Candidatos y candidatas
La Universitat de València inicia un nuevo ciclo. Nos toca integrarnos -a coste cero- en el Espacio Europeo de Educación Superior (Bolonia, para los enemigos y amigos en caso de que los haya). Eso marcará en buena forma el mandato del sucesor o sucesora del actual rector. Y ya ha comenzado a aparecer en la precampaña electoral, a la que se han lanzado tres -en el momento de redactar estas líneas y más que probablemente cuatro cuando se publiquen- catedráticos y catedrática de la institución. A algunos, por cierto, nos parece que, de no haber grandes diferencias programáticas entre ellos, la concurrencia excesiva puede resultar empobrecedora para la composición del equipo que finalmente haya de gobernar la Universitat. No vendría mal un esfuerzo en superar protagonismos y deseos de encabezar el proyecto -que muchos tenemos, sin duda- y conseguir una candidatura capaz de aglutinar al sector mayoritario de los miembros de esta Nave.
Rector y claustro no son poderes antagónicos. Las grandes decisiones deben ser debatidas
La primera exigencia que cabe realizar a los candidatos y candidatas; por encima de que pertenezcan o no al Campus "que toca", tengan mayor o menor experiencia de gestión, sean o no mujer, pertenezcan o no a un partido político, es que deben intentar unir y no separar; van a tener que gobernar para todos y, desde ahora, deben hacerlo contando con todos. No pretendo, con ello, decir que carezcan de ideología o de toma de postura, sino que no pueden basar su singularidad en una posición originalmente excluyente... de quienes piensan como ellos y están llamados a navegar en la misma dirección, a subirse a la misma Nau.
Al candidato o candidata que se vaya a llevar mi voto le voy a exigir algunas cosas más: lealtad institucional, brega constante para mantener y elevar la calidad de docencia e investigación, presencia social de la Universitat, dignidad en sus relaciones institucionales con los Gobiernos de los que depende, defensa, por tanto, de la autonomía universitaria con continua dación de cuentas a la sociedad, promoción leal de la lengua propia -que exige su correcta utilización en todo momento en que se actúe como rector o rectora-, defensa a ultranza de la universidad pública frente a cualquier injerencia no justificada y lucha por alcanzar la superación de las desigualdades de género o de capacidad física.
Y le voy a exigir un compromiso serio con el programa de todos, plasmado en los vigentes estatutos. Fuimos muchos los que intervinimos de manera directa en su elaboración. Costó muchas horas llegar a un consenso prácticamente unánime. Y, sin embargo, el grado de implantación ha sido sumamente bajo. Muchas de sus previsiones no se han materializado, ha habido escaso desarrollo normativo y buena parte de sus preceptos permanecen inéditos. Por eso su puesta en marcha debe continuar constituyendo la parte central del programa de actuación del próximo rector o rectora. Muchas de las previsiones estatutarias obedecen al "imperativo legal" que a la sazón imponía la tan denostada LOU. Hoy deberían revisarse los porcentajes de participación de los diferentes estamentos en los órganos colegiados, sus competencias, de manera específica las del claustro, el sistema de elección de rector o rectora, el papel de profesores, estudiantes y personal de administración y servicios.
El candidato o candidata que se vaya a llevar mi voto tendrá que haber declarado su intención de devolver al claustro su papel de máximo órgano de representación de la Universitat. El rector o rectora debe apoyar su gestión y, sobre todo, su política, en el claustro. Rector y claustro no son poderes antagónicos, sino convergentes. Las grandes decisiones deben ser debatidas, sin esperar a que los asuntos hayan estallado. Por el contrario, una buena comunicación entre ambos inviste al rector y al consejo de dirección -el equipo de gobierno- de una fuerza hacia el exterior y de una legitimidad interna y constante que de otra manera puede resultar dudosa. Por eso, por cierto, son muy importantes las próximas elecciones al claustro, a celebrar este mismo mes de noviembre.
Estoy seguro de que cualquiera de los candidatos y candidatas que, a día de hoy, han anunciado tal condición asumen prácticamente todo lo que aquí he reflejado. Una campaña electoral es el mejor momento para debatir estas y otras ideas. Y para llegar a alguna conclusión; que quienes estamos de acuerdo en lo fundamental tendremos que explicar muy bien por qué decidimos botar distintas naves. Porque el candidato o candidata que se vaya a llevar mi voto será quien me haya persuadido de que va a ser el mejor rector o la mejor rectora. Y para eso tendrá que aportar mejores ideas. Y haberme convencido de que existe alguna razón, distinta de la propia ambición personal, que le haya llevado a no intentar una integración con el resto de candidatos y candidatas que dicen más o menos lo mismo.
Joan Carles Carbonell Mateu es ex vicerector de Estatutos y Desarrollo Normativo de la Universitat de València.
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