_
_
_
_
Reportaje:

El artista, los frailes y el perdón

La remodelación de la cripta de Arantzazu sirve para conmemorar el 25º aniversario las pinturas realizadas por Basterretxea tras la censura de 1955

El País

El de ayer fue un día muy importante para Néstor Basterretxea. Sirvió en parte como compensación a la humillación que vivió en 1955, cuando su trabajo en la cripta del Santuario de Arantzazu fue borrado con agua y jabón y recubierto de pintura blanca porque los franciscanos consideraban que no seguía los preceptos de la Iglesia en materia de arte sacro. A sus 85 años, el artista vivió la reinauguración de la cripta en la que terminó de pintar, hace 25 años, los murales que inició en 1952, como un punto final a décadas de desencuentros. "Ha sido un embarazo largo, pero el parto ha salido bien y ha sido hermoso", explicó el artista en realizado en el santuario, en el marco del primer Arantzazu Eguna.

"Ha un embarazo largo, pero el parto ha sido hermoso", explicó el artista

Además de la remodelación de la cripta, que potencia el impacto de los murales y mejora sensiblemente la iluminación, el acto de ayer sirvió también para escenificar el acuerdo con el artista alcanzado en abril en el que los franciscanos se disculpaban por lo ocurrido, cerrando así las heridas abiertas en 1955.

"Hoy podemos pedir perdón ya sin sonrojo a Néstor Basterretxea y exigir que ya nadie más calle contra su voluntad y que ni hombres de fe ni representantes políticos tengan nunca la tentación de acallar a nadie, artista o ciudadano", resumió en su intervención la consejera de Cultura, Blanca Urgell.

Basterretxea llegó al proyecto de Arantzazu de la mano de su amigo Jorge Oteiza casi de casualidad, sin esperarlo. Recién casado en 1952, fue a visitar al escultor, que se encontraba trabajando en el santuario y le convenció de que se presentara al concurso convocado para pintar la cripta. Tras la noche negra de 1955, Basterretxea quedó al margen hasta que, a principios de los ochenta, se dijo a sí mismo que no quería morir sin pintar Arantzazu. Contactó con el entonces diputado general de Guipúzcoa, Xabier Aizarna, pidiendo tan solo el material necesario y dos ayudantes para rehacer la obra.

Las pinturas, claro está, no son las mismas que las entonces imaginadas por un joven Basterretxea de 27 años. Según el artista, el conjunto es una obra equilibrada que, sin renunciar a la abstracción, cede a una figuración plasmada, adecuada en el exigente Cristo que preside la cripta.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_