Paseo por la cuna del 'karting'
Genís Marcó ayudó a Alonso y a Alguersuari y mantiene en L'Escala el equipo más competitivo de España
El fuerte rugido de un motor suena en medio de la calma de L'Empordà. Allí, en las afueras de L'Escala, se encuentra la cuna del karting español. Genís Marcó, de 35 años, el hombre que ayudó a Fernando Alonso y a Jaume Alguersuari en sus primeras etapas en el automovilismo, permanece fiel a sus principios y mantiene el equipo español más competitivo en el ámbito internacional: Genikart. En aquella pista de L'Escala, que se construyó a finales de la década de 1980, han competido algunos de los mejores pilotos que ha creado el automovilismo español: Marc Gené, Pedro de la Rosa, Fernando Alonso, Antonio García, Dani Clos, Alguersuari y ahora también el hijo de Carlos Sainz.
"Al principio era una cuestión de diversión", cuenta Marcó, mientras un grupo de chicos está practicando en la pista que él dirige. El karting tiene sus orígenes en 1956 en un aeródromo militar de Estados Unidos, donde los soldados ingeniaron un artilugio para correr por las pistas de aviación cuando no había actividad. Se arreglaron con lo que tenían: algunos tubos de calefacción, el motor de un cortacésped, las ruedas de la cola y el volante de algún avión en desuso les bastaron. Alcanzaban los 50 km/h. Y se divertían.
"He visto a padres arruinarse para financiar la carrera de sus hijos"
"Correr en 'karts' es caro: una temporada 'junior' alcanza los 80.000 euros"
El proyecto llegó a Europa a principios de los sesenta y a España una década más tarde, de la mano de Jorge Fuentes, que lo introdujo en Cataluña. "Cuando, a finales de los años ochenta, llegaron Gené y De la Rosa, comenzamos a salir al extranjero sin ninguna aspiración. La cuestión era divertirnos. ¡Y lo hacíamos!", agrega Marcó.
Sin embargo, la llegada de Antonio García y de Fernando Alonso dio un vuelco a toda la situación. En 1994 García fue el primer español campeón del mundo junior de karts. Y en 1996 le siguió Fernando Alonso. "Abrieron una puerta y el karting español comenzó a ganarse el respeto de italianos y franceses. Hasta entonces, la pregunta era siempre la misma: ¿dónde vais con pilotos españoles?".
Entonces, contaban ya con el mejor material. Alonso había conseguido fichar por IAME, la mejor escudería mundial de karts, aunque mantuvo siempre el apoyo de Marcó, que viajó con él por todo el mundo. Al principio, les acompañó incluso Xevi Pujolar, ingeniero gerundense ahora en el equipo Williams de F-1. Sin embargo, la gran explosión del karting catalán y español se produjo cuando Alonso consiguió sus dos títulos mundiales de F-1 (2005 y 2006).
"Antes de aquello, había 30 participantes en el campeonato de España alevín y unos 15 en de categoría junior", cuenta Marcó. "Después, las cifras ascendieron a 80 y 40 niños, respectivamente". Cataluña seguía y sigue manteniendo la hegemonía; tiene alrededor de 20 pistas de karting. Sin embargo, este crecimiento llegó acompañado de múltiples frustraciones. "Llegar a la F-1 es un privilegio reservado a muy pocos. La mayoría de niños no llegarán. Y muchos de ellos se suben al kart más porque sus padres les obligan, que por propia convicción. Algunos incluso lloran y no se divierten en absoluto. Pero algunos padres se empeñan, hipotecan sus casas, piden préstamos, se arruinan porque reflejan en sus hijos sus propias frustraciones. Y eso es lo que nunca deben hacer".
Competir en karting no es nada barato. Los inicios se realizan en el Open RACC (seis carreras), cuyo coste es de unos 390 euros por carrera. El siguiente paso es el campeonato de Cataluña alevín (entre 7 y 11 años) que cuesta 1.500 euros por carrera. Le sigue la etapa junior con cuatro carreras en España, a 5.000 euros cada una, y otras nueve en Europa, a 6.000 euros, o sea, un total de unos 80.000 euros por temporada. Estas cifras cubren todos los gastos. Comprar un kart no es opción. Uno básico costaría 4.000 euros, el más sofisticado, un KF3 o KF2, 8.000. "Pero en la tercera carrera ya no sería competitivo. La evolución es constante", explica Marcó.
Lo más difícil, sin embargo, comienza cuando acaba la etapa en el karting. Entrar en las fórmulas de monoplazas más básicas, como la BMW o la Renault, requiere de una inversión de unos 400.000 euros. El siguiente paso, las World Series by Renault, unos 800.000, y la GP2, 1,2 millones de euros. Son los pasos previos a la F-1. Pero muchos ya no pueden asumir esas cifras. "Por tanto, no se trata de dar ningún consejo. Pero es importante que los padres entiendan que es casi imposible que su hijo llegue a la F-1", concluye Marcó. "Y que si quieren que corra en karts, deben planteárselo como un pasatiempo, como un deporte. Lo importante es que se diviertan".
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