El héroe
La cualidad que más se destaca del e-book o libro electrónico es que es una cosa que casi consigue parecerse a un libro de verdad. ¿No es maravilloso? Estamos a punto de inventar la rueda y el rodaballo. Es enternecedor el júbilo con que recibimos a los nuevos cacharros. Y ellos agradecen ese humanismo. Si tú dejas dos aparatos solos en casa y vuelves al cabo de una semana te encontrarás con una decena de cucarachas electrónicas alrededor del cacharro progenitor. Ése es el equívoco ecológico del e-book. Las montañas de papel serán sustituidas por depósitos de chatarra ilustrada y oxidada. Lo sospechoso es que haya tantos despistados en este festivo entierro. El libro alimenta un ecosistema ahora en peligro. Una ciudad existe cuando hay media docena de buenas librerías y todavía se oye el zumbido de una minerva imprimiendo poemas sonámbulos. Acaba de aparecer en Francia la última obra de Umberto Eco, mano a mano con Jean-Claude Carriére, con un título bravo: No esperéis acabar con los libros. No, no acabarán con los libros mientras existan héroes como Benigno. Las crisis depredadoras queman más gente de la que pueden comer. Trabajador del sector naval en Vulcano de Vigo, luchador sindicalista, Benigno Campos era un buen candidato al churrasco general. Pero la patria de su infancia había sido un ultramarinos en el barrio de Chapela, el equivalente para Ulises a la huerta de Ítaca. Prejubilado forzoso, organizó un curso de cocina con 25 compañeros arrastrados por la tempestad económica. Se alzaron en el fogón. Fueron protagonistas de una revolución doméstica. Desde hace meses, Larpeiros (Golosos), la obra de recetas de Benigno, se ha abierto paso entre best sellers, y encabeza todas las estadísticas de venta en Galicia. Lo reciben multitudes libro en mano en librerías y mercados. Con Marcel Proust y su magdalena en popa, y Benigno Campos y su pulpo en proa, no conseguirán hundirnos.
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