La marcha atrás en la venta de Opel indigna a Alemania
General Motors considera "clave" la planta de Zaragoza
La renuncia de General Motors (GM) a vender su filial europea Opel a la canadiense Magna y la rusa Sberbank provocó ayer una ola de indignación en Alemania. El anuncio, hecho poco después de que la canciller Angela Merkel compareciera ante el Congreso estadounidense, deja en mala situación al Gobierno alemán, principal muñidor del frustrado acuerdo. Merkel ya había entregado 1.500 millones de euros para la operación y había prometido otros 3.000. Además, se había enfrentado a sus socios europeos y a Bruselas por esas ayudas, que aparentemente primaban a las plantas alemanas frente al resto.
Alemania exigió ayer el reintegro inmediato de los 1.500 millones inyectados y los sindicatos del país llamaron a la huelga en Opel en protesta por la ruptura del acuerdo, que también provocó indignación en Rusia. En Londres, en cambio, la decisión fue bien acogida, pese a que GM no ha detallado qué plantas serán afectadas en su prevista reducción de 10.000 empleos, cifra similar a la que anunció Magna.
En España, hubo sorpresa y cautela. Las concesiones a Magna se dan por anuladas, pero se confía en que GM valore la mayor productividad de la planta de Figueruelas (Zaragoza). De hecho, GM la considera "clave" para el futuro.
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