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Columna
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Comportamientos obscenos

Una de las cosas que aprendí hace ya mucho tiempo fue la de apartarme de todas aquellas personas que hacen exhibición de su poder. En política, sean gobernantes de izquierdas o de derechas, vemos con más frecuencia de la deseada, que es nunca, muchos de estos comportamientos. El PP en estos momentos puede servir de ejemplo con motivo de la lucha en lo que se ha dado en llamar marianistas y aguirristas. Sus formas, sus actuaciones, muestran las intenciones de sus actores. En esta ocasión, como en tantas otras, demostrar quién manda realmente aunque sus actos perjudiquen y den en la misma línea de flotación del grupo popular y en sus expectativas de gobierno. A estos soberbios del poder les da igual. En el gobierno de Sevilla está pasando otro tanto. Son constantes las actuaciones que lo enseñan.

En esta ocasión me voy a referir a la penúltima de IU, que gobierna en coalición con el PSOE y que lidera Antonio Torrijos. Este grupo ha impedido que el Ayuntamiento de Sevilla conceda a Felipe González el título de hijo predilecto de la ciudad. Una concesión que, en esta ocasión, contaba con el apoyo de los concejales de los grupos socialista y popular, que conforman el 92% del total de los ciudadanos votantes y vecinos de Sevilla, ha sido rechazada. Los tres concejales de IU han dicho que no y no se les ha escuchado una sola explicación que pueda justificar su negativa. Piensan que están liberados de darlas. Les basta con hacer saber su poder. Sus tres concejales, y su pacto, les autoriza a decir que no a Felipe González. Un sevillano que ha sido 14 años presidente de un gobierno democrático en España, que se ha volcado con Andalucía y con Sevilla en particular. Este comportamiento es probable que algunos puedan calificarlo de fascista. No creo, aunque algunos tintes de totalitarismo sí que refleja. Y los refleja por cuanto esta negativa no responde a unas ideas y se limita a imponer su irracionalidad. Sólo interesa hacer saber que sin ellos no se puede gobernar, permitiéndose doblegar hasta las posturas rectificadoras y tibias, como ha sido la del PP en esta ocasión, para demostrar quién manda en el Ayuntamiento de Sevilla. Se puede decir, y no sin razón formal, que en democracia es uno libre de votar a favor y en contra. Sin duda. Sin embargo, no debe actuarse así cuando la actuación carece de todo sentido. Su negativa evidencia una posición contraria a la verdad histórica; un desprecio a la voluntad popular que hizo que este sevillano gobernara en España y un dar de espaldas a los sevillanos mostrando la misma intolerancia que la rancia derecha que siempre negó al ex presidente lo evidente: que es un gran sevillano.

En cualquier caso la negativa a conceder este título a Felipe González es algo más: es una obscenidad, como también un ejemplo claro de deslealtad por parte del grupo municipal de IU al pacto para gobernar en el Ayuntamiento de Sevilla. No estaré nunca en contra de pactos de gobierno que ayuden a la gobernabilidad. Menos aún en contra de aquéllos que represente un gobierno mayoritario de izquierdas. No obstante, cuando en estos pactos se incrusta la deslealtad por cuanto el poder se ejerce en contra de la racionalidad y del sentir mayoritario de los ciudadanos carecen de razón de ser. Hace ya algún tiempo que el grupo municipal de IU viene mostrando estos tics de autoritarismo. Un autoritarismo que perjudica seriamente la forma de hacer política para la ciudad y para los ciudadanos de Sevilla. No es extraño que en el PP empiecen a soñar con Juan Ignacio Zoido como alcalde. Lo tiene fácil. Los ciudadanos empiezan a hartarse de los comportamientos de una coalición en la que uno de los socios actúa como si el solo hecho del pacto les autorizara a mandar al margen y separadamente de la mayoría del gobierno municipal. En fin que tal como están las cosas, y tal como se están desarrollando, mucho me temo que este pacto de gobierno es un mal negocio para el PSOE. El tiempo lo dirá.

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