La dieta humana de dos leones
Los animales causaron decenas de víctimas mortales en Kenia en 1898
Los dos leones comehombres de Tsavo, que mataron a decenas de personas en 1898 en Kenia, terminaron sus días disecados en el Museo Field de Chicago. Más de un siglo después, durante el que fueron protagonistas de libros, películas y exposiciones, el análisis de sus dientes y de su pelo ha permitido verificar lo que comieron en las semanas, meses e incluso años anteriores a ser abatidos por el militar británico John H. Patterson. El resultado incluye sorpresas.
El trabajo sobre este caso poco común ilustra la colaboración entre animales y los motivos que llevan a un animal salvaje concreto a cambiar de presas, lo que los ecólogos llaman especialización individual de la dieta.
Los dos leones eran machos y sembraron el terror durante nueve meses entre los trabajadores del ferrocarril que se construía en la zona de Tsavo y los lugareños de la etnia taita. La compañía Ferrocarril de Uganda documentó 28 muertes de sus trabajadores debidas a los leones y el coronel Patterson elevó la cifra total, incluyendo los taitas, a 135.
Científicos de Estados Unidos y Reino Unido han analizado material de los dientes y del pelo de los dos leones y han comparado su composición isotópica en carbono y nitrógeno con material equivalente de leones actuales de la zona y de animales herbívoros, así como con hueso de las víctimas taita.
Han llegado a la conclusión de que los dos leones tuvieron durante gran parte de sus siete u ocho años de existencia una dieta normal, basada sobre todo en herbívoros como la cebra y el órix. Mientras que ambos añadieron progresivamente a su dieta otros animales, como la jirafa y el antílope, sólo uno de ellos se especializó en comer humanos, que en las semanas finales de su vida constituían el 30% de su dieta. Así que sólo uno de la pareja era de verdad un león comehombres, aunque posiblemente el otro también ingiriera ocasionalmente restos humanos. Además, los investigadores consiguen una aproximación al número real de víctimas, que es 34.
"No esperábamos que los dos leones tuvieran una dieta tan distinta", explicó a este periódico el ecólogo Justin Yeakel, que ha dirigido la investigación, publicada en PNAS. "Sólo uno obtuvo ventaja nutritiva de los humanos, seguramente porque somos demasiado pequeños para ser alimento de dos leones, y ése fue el que era más habilidoso y más valiente, porque somos una presa peligrosa para el cazador".
Los científicos subrayan que los dos animales presentaban graves deformaciones craneodentales, lo que pudo influir en que incluyeran en su dieta presas no convencionales, supuestamente más accesibles.
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