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Reportaje:La fiesta de los difuntos

Más allá de las dos Españas

Las diferencias ideológicas se perpetúan en los cementerios del Este y Civil

El cementerio del Este, llamado también de Nuestra Señora de La Almudena y que incluye una pequeña necrópolis llamada Civil y el cementerio Hebreo, esconde sorpresas biográficas, artísticas e históricas de todo tipo. Una de las más evidentes es la perpetuación de las diferencias ideológicas en las distintas áreas, religiosas y laicas, de esta ciudad de los difuntos que proyectaran los arquitectos Fernando Arbós y José Urioste en un estilo mixto neomudéjar y modernista. Situado en el oriente de la ciudad, ocupa 126 hectáreas con unos 10.000 árboles y más de 5.000.000 de enterramientos desde 1884 en que fue inaugurado.

Jalonada por cipreses, pinos, castaños y plátanos, una trama de bancales y cuadrículas ameniza su paisaje dibujado por calles y ornamentadas con panteones, mausoleos, tumbas y columbarios. Noventa y cuatro de ellos están protegidos por su valor artístico-monumental.

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La pieza principal del cementerio es un atrio semicircular que se eleva unos cinco metros sobre la cota del suelo, detrás de la gran capilla de la entrada. Allí tiene su sepultura el alcalde Enrique Tierno Galván (1918-1986); no lejos, la bailaora jerezana Lola Flores y el torero Yiyo.

En otra estancia cercana yacen nueve aviadores alemanes de la Legión Cóndor, que combatieron en el bando de Franco y fueron derribados durante la Guerra Civil; esta zona acoge, asimismo, un monolito dedicado a los voluntarios españoles que lucharon contra la Unión Soviética dentro de una unidad, la División Azul, integrada en la Wehrmacht de Hitler. Ministros y prohombres del franquismo, como los generales Manuel Goded y Millán Astray, cuentan asimismo con sendos panteones. Otro hito recuerda a los falangistas muertos en el Cuartel de la Montaña donde se amotinaron en 1936.

Las sepulturas más frecuentadas, sobre todo por personas de edad, suelen medir dos metros de longitud por 1,20 de anchura. Muestran flores frescas sobre sus lápidas. "Vengo aquí desde hace 20 años en que murió mi esposo", dice Virginia.

Los más espectaculares sepulcros llevan la firma de arquitectos renombrados como Enrique María Repullés; Enrique Pfitz; Francisco García Navas -autor de la ampliación de 1906- o Isidro González Velázquez, arquitecto de la Corte de Fernando VII, autor del panteón del marqués de San Simón, de estilo neoclásico. Esta joya arquitectónica fue trasladada piedra a piedra desde el Cementerio del Norte, obra de Juan de Villanueva, hasta finales del siglo XIX estuvo en Arapiles.

El cementerio -en cuyo perímetro interior occidental se alza una torre de telefonía móvil- es uno de los enclaves madrileños más frecuentados por los practicantes de footing, según fuentes del camposanto. El visitante puede hallar en su paseo, acompañado por el gorjeo de numerosos pájaros, los sepulcros de los escritores Benito Pérez Galdós, Gabriel Miró, Manuel Machado y el Nobel, Vicente Aleixandre; el del histólogo Santiago Ramón y Cajal; el del inventor del submarino, Isaac Peral o de la actriz María Guerrero. Asimismo, cabe visitar las tumbas de la cantante Cecilia o las de los músicos como Pablo Sorozábal, Ataúlfo Argenta o Enrique Urquijo, de Los Secretos.

En la zona más amplia de la necrópolis madrileña, salvo el edil socialista Enrique Tierno y las Trece Rosas, adolescentes antifranquistas fusiladas en agosto de 1939 en las tapias de este cementerio sobre el mismo lugar en el que fueran pasadas por las armas otras 3.000 personas hasta 1944, apenas hay constancia de difuntos de extracción ideológica de izquierdas.

Sin embargo, en el contiguo Cementerio Civil yacen la presidenta del Partido Comunista de España, Dolores Ibarruri, Pasionaria; el patriarca socialista Pablo Iglesias; los próceres de la Institución Libre de Enseñanza, Giner de los Ríos y Jiménez Fraud, así como los presidentes de la República Francisco Pi i Margall, Estanislao Figueras y Nicolás Salmerón. Junto al Civil se encuentra el Cementerio Hebreo, de pequeñas dimensiones.

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