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Del gancho de carnicero a la mano tendida

Antonio Jiménez Barca

La primera frase de este proceso judicial la pronunció Nicolas Sarkozy en 2004, cuando aseguró, ante un grupo de amigos, tras enterarse de que su nombre había sido introducido fraudulentamente en las listas de Clearstream con ánimo de acabar con su carrera política: "Colgaré del gancho de un carnicero a los responsables de esto". La frase, no muy sutil pero terminante, cuajó. Todo el mundo la recordó cuando comenzaron las sesiones en el Tribunal de París, hace un mes.

El mismo Dominique de Villepin se acordó del famoso gancho el día del alegato del fiscal, que acusó al ex primer ministro de cómplice por "denuncia calumniosa" y pidió para él 18 meses de cárcel -exentos de pena- y una multa de 45.000 euros. Tras la sesión, Villepin salió de la sala de tribunal, se acercó a los periodistas y soltó: "Sarkozy había prometido colgarme de un gancho de carnicero. La promesa se ha cumplido".

El juicio por el caso Clearstream dilucidará quién falsificó las listas, pero también aclarará otra importante zona de sombra: el futuro político de Villepin. Él está acusado de consentir que prosperara una denuncia falsa para torpedear la carrera de Sarkozy. Él acusa al actual presidente de la República de inmiscuirse (e influir) en el juicio. El objetivo: hundir a Villepin hasta el fondo, a fin de que no pueda levantarse ni disputarle jamás el mando de la derecha francesa.

Un sondeo reciente de la revista Paris Match daba pistas. A la pregunta de a quién prefieren, a Sarkozy o a Villepin, los encuestados respondieron en un 44% a favor del primero y en un 47% a favor del segundo.

Una condena hundiría a Villepin para siempre. Pero una absolución serviría de trampolín. De esta manera, el caso Clearstream tendría un curioso efecto bumerán. A Sarkozy le surgiría un sorprendente competidor en su propio castillo.

Por lo pronto, Dominique de Villepin se ha olvidado del gancho del carnicero y ha recuperado cierto tono conciliador: el viernes, tras la última sesión del juicio, se acercó a los periodistas y aseguró, con la misma solemnidad con la que había arremetido contra el presidente de la República el primer día: "Pienso que los franceses saben ahora que he sido llamado a un juicio equivocadamente. Pero quiero pasar página y mirar sólo al futuro. Tiendo mi mano a Sarkozy. No guardo rencor en mi interior".

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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