De manifestaciones

Un millón de personas son el 30% de la población de Madrid capital, incluyendo niños y ancianos. En mi entorno jamás conocí asistentes, a cualquier tipo de manifestación, superiores al 5%. Sería muy ilustrativa una vista panorámica de la salida del Bernabéu, creo que 72.000 espectadores, donde se pudiera comprobar la extensión ocupada por esa masa. Por eso pienso que las apreciaciones de la agencia Lynce deben aproximarse mucho a la realidad. Sin duda este reportaje acabaría de una dichosa vez con las artificiales polémicas. También hay que decir que 500 autobuses, no contados por nadie, aportan un máximo de 25.000 personas.- Manuel León Valero. Torremolinos, Málaga.

Recientemente se ha realizado una gran manifestación contra el aborto a la que asistieron personas de toda España, así como personalidades influyentes de este país, ya fuesen políticos, obispos, etcétera.

Todavía no consigo comprender el porqué toda esta multitud (unos "dos millones", según los organizadores) que se manifiestan bajo los lemas Por la vida, Derecho a vivir, no asistieron a la manifestación del día anterior contra la pobreza, ni se manifiestan porque haya lugares del mundo en el que no tengan agua potable, ni comida o medicamentos.

Esto demuestra que el lema, que con tanto orgullo usan, no es defendido en todas las situaciones; claro está, con algo hay que oponerse a este Gobierno.- Blanca Leoz Gordillo. Madrid.

La manifestación no la organizó la Iglesia católica. Sí que pudo haberla organizado la Conferencia Episcopal Española, organización privada que -una y otra vez- se arroga la representación de las personas que vivimos (o se supone que vivimos) según los principios de la religión católica y a la que le encanta que la sociedad confunda la parte con el todo. Y, digámoslo de una vez por todas, la Conferencia no se representa más que a sí misma.

Seguro que, hoy, los voceros de la Conferencia -muchos de ellos laicos- estarán voceando que si un millón de personas ha pedido lo que haya pedido, es claro que el Gobierno del Estado no sólo tiene que darse por enterado de esa petición sino que tiene que conceder lo solicitado.

Curiosa argumentación, utilizada por una organización que, sin embargo, no puede -o no quiere- hacer caso al clamor silencioso de millones de españoles que año tras año proclaman que no quieren que una parte de sus impuestos vaya, porque sí, a las arcas de la Conferencia Episcopal Española. Y, entre otras muchísimas razones, porque no queremos que nuestros "ahorros sociales" sirvan para, por ejemplo, financiar manifestaciones como la del día 17.