Torturados por el tiempo
La serie Flashforward, a la que ya no pocos pedantes ensalzan con el pringoso modismo de culto, se beneficia de un enigma como cebo principal -todos los seres humanos sufren un desmayo durante dos minutos y diecisiete segundos durante el cual cada uno percibe, como destellos, imágenes claras de lo que le sucederá seis meses después del fenómeno, es decir, el 30 de abril de 2010- y, a continuación, su guión va introduciendo cebos secundarios, pero de infalible eficacia. No todos se han desmayado: aparece en un estadio de fútbol un hombre misterioso en perfecta vigilia. ¿Quién será el hombre despierto? El FBI descartó inmediatamente a Pedro Solbes y a Mariano Rajoy. Con los jirones del futuro que se van conociendo, los investigadores construyen un mosaico o gigantesco rompecabezas para deducir la causa de tan intrigante fenómeno. Este sedal mantendrá amarrada a la audiencia hasta que un hábil desenlace resuelva todos los enigmas.
Una ocurrencia inmediata: Robert Sawyer, autor de la historia, se inspiró en el caso Gürtel. Visitó España y descubrió que todos los dirigentes de un partido político, el PP, se habían quedado inconscientes a la vez -durante años, eso sí-, circunstancia que aprovechaban unos tipos con poblados bigotes, barbas de Sandokan y modales de bingueros para enriquecerse a costa del buen nombre del partido y, de paso, como extraterrestres buenos que son, dejaban algunas migajas en las arcas del partido. Pero no es una ocurrencia convincente. Es más verosímil que María Dolores de Cospedal esté llamando desesperadamente a Sawyer para que le adelante la solución, por si puede incorporarla al argumentario del PP.
Además, Sawyer no pudo inspirarse en España. En el caso de que los españoles sufriesen un desvanecimiento general, en sus retazos del futuro 30 de abril aparecerían Rodríguez Zapatero afirmando muy serio que "lo peor de la crisis ha pasado ya"; Rajoy diciendo cuánto confía en Camps y Rita Barberá a su lado con el bolso de Loewe; Florentino anunciando nuevos fichajes en el mercado de primavera; el gobernador del Banco de España reclamando la reforma laboral y Pedro Almodóvar farfullando contra la Academia de Cine. Pero entonces ya no sería ciencia-ficción, sino terror: Torturados por el tiempo.
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