Praga promete aprobar el tratado de la UE antes de finales de año
El mandato de Solana se amplía hasta el 31 de octubre
La Unión Europea está redoblando sus acciones para asegurar que el Tratado de Lisboa entre en vigor antes de fin de año y evitar así que la incertidumbre sobre la legislación aplicable paralice la renovación de la Comisión Europea y el nombramiento de nuevos cargos de la Unión. Los líderes europeos tratan de lograr la complicidad del primer ministro checo, Jan Fischer, para superar las dificultades surgidas en la República Checa, donde se concentran los escollos más serios para que el Tratado, que debe agilizar y potenciar la capacidad de acción de la UE, entre en vigor.
Tras el sí de Irlanda, la nueva Carta Magna europea está pendiente de que el Tribunal Constitucional checo resuelva un recurso presentado por 17 senadores del partido del presidente Václav Klaus y de su posterior rúbrica por él mismo. La otra incógnita pendiente, la firma del Tratado por el presidente polaco, Lech Kaczynski, parece que se despejará esta misma semana.
El primer ministro sueco, Fredrik Reinfeldt, presidente de turno de la UE; el presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, y el presidente del Parlamento Europeo, Jerzy Buzek, analizaron ayer la situación de impasse a través de una videoconferencia con el primer ministro checo, Jan Fischer. Reinfeldt quiere que "el Tratado de Lisboa entre en vigor de aquí a fin de año".
La intransigencia de Klaus
Fischer manifestó que estaba convencido de que "todo estaba listo para que la ratificación del Tratado de Lisboa sea completa en la República Checa para fin de año". Precisó que "en la República Checa el problema no era el sí o el no, sino el cuándo". Las garantías de Fischer no han sido confirmadas por Klaus, declarado enemigo del Tratado, que permanece en un intrigante silencio. Esta incertidumbre mantiene paralizada la renovación de la Comisión, cuyo mandato termina el 31 de octubre. Reinfeldt anunció ayer que había pedido a Javier Solana que continuara ejerciendo sus funciones de Alto Representante, que terminan el próximo 17, hasta fin de mes.
Barroso aseguró que "estaba listo para nombrar la nueva Comisión, pero que estaba pendiente de que el Consejo nombrara al Alto Representante". El conflicto se suscita porque, con el vigente Tratado de Niza, Barroso tendría que dejar a un Estado sin comisario. La solución que se maneja es que el país que perdería el comisario obtendría transitoriamente el puesto de Alto Representante. Después, cuando entrase en vigor el Tratado de Lisboa, el Alto Representante sería además vicepresidente de la Comisión, tal como establece este texto legal. Todos acuerdos necesarios para resolver la renovación a caballo de los dos tratados constituirán el núcleo de la cumbre europea del 29 y 30 de octubre.
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