Las simas del poder francés
El drama judicial que se ventila en París bajo el nombre Clearstream podrá no hacer luz sobre oscuros tratos en el corazón del poder político francés. Pero sentenciará el futuro político de Dominique de Villepin, que fuera primer ministro y favorito de Jacques Chirac, acusado ahora de complicidad en un complot de altos vuelos para liquidar a Nicolas Sarkozy, a quien aspiraba a disputar el trono del Elíseo. Hay otros personajes relevantes implicados, pero forman parte del coro.
Los primeros escarceos del proceso, que acabará este mes y se remonta a 2001, cuando los jueces iniciaron una investigación sobre sobornos vinculados a la venta de fragatas francesas a Taiwan, no favorecen al ex jefe de Gobierno gaullista, que reclama para sí el papel de víctima. El general Philippe Rondot, antiguo jefe de los espías, acaba de declarar que De Villepin ha mentido al asegurar en su primera comparecencia que el nombre de Sarkozy no se mencionó en conexión con los presuntos sobornados del caso Clearstream. Parece que Rondot tiene la mala costumbre de tomar notas de las reuniones relevantes a las que asiste, y aquélla de 2004 con De Villepin, entonces titular de Exteriores, lo era.
En contra de lo que cabría suponer, el juicio de París interesa escasamente a los franceses. Una ínfima minoría lo considera políticamente histórico y una consistente mayoría cree que se saldará sin condenas importantes, pese a que los cargos contra De Villepin, de ser hallado culpable, acarrean hasta cinco años de cárcel. Para el demandante Sarkozy, el rechazo de sus tesis sería humillante, pero de pocos efectos prácticos. Su reconocimiento sumaría a la satisfacción moral un aviso a navegantes sobre nuevos intentos de desacreditar al hombre que controla sin fisuras a la derecha francesa. Es harto improbable, sin embargo, que el polifacético De Villepin, incluso absuelto, tenga un hueco relevante en el futuro político de Francia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.