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El futuro de Europa

Los nuevos socios de Gobierno en Berlín se dividen sobre la bajada de impuestos

Los democristianos recelan de las reformas que promueven los liberales

Hoy se celebra en Berlín el primer encuentro entre los negociadores democristianos de la canciller Angela Merkel y los del Partido Liberal (FDP). Tras la victoria electoral del 27 de septiembre, la Unión Demócrata Cristiana (CDU), su partido hermano bávaro socialcristiano (CSU) y los liberales debatirán durante las próximas semanas el pacto de coalición que dejará a Merkel en la cancillería y echará del Gobierno a sus actuales socios socialdemócratas (SPD).

El reparto de las carteras y los pormenores del programa de Gobierno están sujetos a un debate que se presenta difícil. Los asuntos clave son la política fiscal, la lucha contra el déficit astronómico, las reformas del mercado laboral, de la seguridad social y el uso de la energía atómica.

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La negociación que comienza esta semana se centra en los contenidos y en las personas del futuro Gobierno de Merkel. El tema más espinoso, por cuanto ha costado a los partidos una buena cantidad de votos, es el de los impuestos. Merkel prometió que los bajaría "cuando sea posible" y habló de 2011. El líder liberal Guido Westerwelle ha hecho de los impuestos el centro de todas sus campañas electorales desde 2001. Ayer, el dominical Bild am Sonntag publicó que Merkel quiere reservar la cartera de Hacienda para el democristiano de Hesse Roland Koch (CDU). Con la salida del socialdemócrata Peer Steinbrück, es una de las carteras más codiciadas debido a su enorme peso en el Consejo de Ministros. Durante esta semana, Koch se ha pronunciado contra cualquier reforma fiscal que supere los 15.000 millones de euros durante la legislatura. El FDP quería recortar impuestos por 35.000 millones de euros. Recular ahora podría costarle muchos votantes.

La CDU tiene un problema análogo en las negociaciones sobre el abaratamiento del despido y los salarios mínimos, que en mayo podrían costarle la mayoría en las próximas elecciones en Renania del Norte-Westfalia, el Estado más poblado del país. La cautela es palpable, mientras la oposición ha encontrado un mote para el futuro Gobierno: la coalición retro, en la que muchos ministrables son viejos conocidos de los últimos Gobiernos democristiano-liberales de Helmut Kohl, en los años noventa.

Desde que democristianos y liberales obtuvieron, el domingo, el apoyo de los alemanes para una coalición conjunta no han dirimido dudas, sino que han afianzado posiciones. Westerwelle ha visto cómo crecía públicamente la lista de tabúes democristianos respecto a las reformas del futuro Gobierno. Además, su aspiración a liderar el ministerio de Exteriores ha dado pie a un debate, en ocasiones explícitamente homofóbico, sobre la conveniencia de que un hombre abiertamente homosexual lidere la diplomacia alemana. Por otro lado, su negativa a hablar inglés en público también ha provocado bastantes burlas y ha alimentado dudas sobre su preparación para el cargo.

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El líder del Partido Liberal, Guido Westerwelle, el pasado día 1 en Berlín.
El líder del Partido Liberal, Guido Westerwelle, el pasado día 1 en Berlín.AFP

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