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Micheletti da 10 días a Brasil para que defina el destino de Zelaya

Lula responde al Gobierno de hecho hondureño que no acepta órdenes de golpistas

Sobre el ataúd, depositado ante un gran crucifijo y abierto a la altura del rostro, descansa un ordenador portátil con la imagen sonriente de Wendy Elisabeth Ávila, una joven de Tegucigalpa muerta -según denuncian sus familiares- por los gases lanzados por la policía hondureña a las puertas de la Embajada de Brasil, donde el presidente depuesto, Manuel Zelaya, se encuentra refugiado desde el pasado lunes. Wendy Elisabeth vivía en la colonia Flor del Campo y, según su madre, su edad es lo de menos. "Nació el 28 de junio, el día del golpe, es una hija de la resistencia".

La situación en Honduras no mejora, sino más bien todo lo contrario. Lejos de acusar la presión internacional, el presidente surgido del golpe, Roberto Micheletti, amenaza a Brasil con "tomar medidas adicionales" si, en un plazo no mayor a 10 días, no define el estatus de Manuel Zelaya. Aunque no aclara cuál pueden ser las "medidas adicionales", sí conmina a las autoridades brasileñas a que "inmediatamente tome medidas para asegurar que el señor Zelaya deje de utilizar la protección que le ofrece la misión diplomática de Brasil para instigar la violencia en Honduras". La respuesta de Brasil fue inmediata y contundente. Desde Porlamar (Venezuela), donde asiste a la cumbre América del Sur-África, Luiz Inácio Lula da Silva, dijo: "Mi país no acepta un ultimátum de un Gobierno golpista".

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Lula le puso a Micheletti las cosas muy claras. Punto uno: "Manuel Zelaya es el presidente legítimo de Honduras". Dos: "Es nuestro huésped en la Embajada de Brasil". Tres: "Zelaya fue expulsado del poder de la manera más vergonzosa posible". Cuatro: "Pocas veces ha habido tanto consenso internacional contra un Gobierno golpista". Cinco: "Si los golpistas convocan elecciones, muy pocos países reconocerán los resultados". Y sexto y último punto: "Para mí", dijo Lula, "la solución es simple: los golpistas deben salir de la Casa Presidencial. Zelaya debe regresar al poder y se deben celebrar elecciones".

Simple, pero, por el momento, imposible. Micheletti y su Gobierno no sólo no pisan el freno, sino que se emplean a fondo con el acelerador. Tras conocer que algunos países que retiraron o llamaron a consulta a sus embajadores tras la acción militar del pasado 28 de junio tenían previsto hacerlos regresar para intentar contribuir al diálogo, el presidente surgido del golpe también lanzó un mensaje de advertencia. "En el caso de aquellos países que unilateralmente decidieron romper relaciones diplomáticas con Honduras o mantener las mismas a nivel de embajadas concurrentes -situación de Argentina, España, México y Venezuela-, se hace saber que no recibiremos a sus agentes diplomáticos". Un buen ejemplo de las hostilidades se vivio a mediodia de ayer en el aeropuero de Tegucigalpa. Al tiempo que el Gobierno golpista impedia la entrada de una delegacion de la OEA, llegaba deportada de EE UU una hija de Micheletti.

Mientras, Zelaya y su equipo siguen encerrados en la Embajada de Brasil. Ayer, asistió a misa, retransmitida en directo a todo el país y celebrada por el padre Tamayo, un cura partidario que acusó a la jerarquía eclesiástica de Honduras de haberse puesto definitivamente "al lado de los ricos y no escuchar al pueblo". El encargado de negocios de la Embajada de Brasil logró salir de la legación para ser sustituido durante el fin de semana por un colega llegado de Estados Unidos. "La situación no es mala, aunque todos estamos cansados después de una semana. Hay momentos de tensión y otros de tranquilidad. Los baños están limpios, la cocina está limpia, hay un equipo de personas que se ocupa de eso. Pero la situación es inaudita. No porque se lanzaran gases tóxicos o no, que no lo sabemos ni nos queremos meter en eso. Sino porque no existe parangón de una situación como esta en otro lugar del mundo. El presidente de un país refugiado en una embajada extranjera, rodeado por su propio ejército... Es una situación inaudita".

Tan inaudita que una muchacha llamada Wendy Elisabeth esperaba ayer dentro de un ataúd que sus familiares le dieran tierra. Sobre el féretro abierto, su ordenador portátil y su última sonrisa.

Partidarios de Manuel Zelaya protestan cerca de la Embajada de Brasil en Tegucigalpa.
Partidarios de Manuel Zelaya protestan cerca de la Embajada de Brasil en Tegucigalpa.ASSOCIATED PRESS

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