Los socialistas ganan las elecciones en Portugal, pero sin mayoría absoluta
La oposición conservadora se queda a siete puntos del partido de José Sócrates
Portugal tendrá de nuevo un gobierno del Partido Socialista (PS) y José Sócrates repetirá como primer ministro, al obtener el 36,6% de los votos y 96 diputados en las elecciones legislativas celebradas ayer. Su principal rival, Manuela Ferreira Leite, del conservador Partido Social Demócrata (PSD), con el 29,1% (78 diputados), es la gran derrotada. El batacazo de la candidata de la oposición tiene un sabor especialmente amargo, si se tiene en cuenta que hace 15 días, al comenzar la campaña, las encuestas vaticinaban un empate técnico entre PS y PSD. Sócrates gobernará, pero sin la mayoría absoluta que ha tenido los últimos cuatro años y medio.
"Ha sido la victoria de la decencia, de las reformas, la modernización y la justicia social", dijo el vencedor en su primera declaración, a medianoche. "La democracia portuguesa respira bien y da señales de vitalidad", añadió Sócrates, que evitó dar pistas sobre eventuales pactos postelectorales. "Hablaré con todos los partidos", dijo escuetamente. Previamente, la derrotada Ferreira Leite asumió la responsabilidad por la derrota.
La abstención, del 39,4%, fue superior a la de los comicios de 2005
El veredicto de las urnas demostró que la bipolarización de la vida política portuguesa, a la que apelaron PS y PSD, no funcionó. El nuevo Parlamento estará más fragmentado, debido al significativo ascenso del derechista Partido Popular (PP), que pasa del 7,2% al 10,5% (de 12 a 21 diputados) y del izquierdista Bloco de Esquerda (BE), que sube del 6,35% al 9,9% (de 8 a 16 diputados). Ambos partidos obtienen el mejor resultado de su historia. La abstención fue del 39,4%, superior al 35,7% de las elecciones de 2005. El Partido Comunista retrocede del tercer al quinto y último lugar en el Parlamento, con 7,9% (15 diputados). Anoche, faltaban por asignar los cuatro escaños elegidos por los portugueses en el extranjero.
El día amaneció nublado en la mayor parte de Portugal, lo que contribuyó a una notable afluencia de votantes en los colegios electorales. El único incidente en una jornada tranquila fue en Vilar de Mouros, donde las papeletas que se entregaban a los electores correspondían a las elecciones europeas de junio pasado. El presidente de mesa ordenó la suspensión de la votación.
A la espera de los resultados definitivos, los partidos hacen cuentas sobre las distintas opciones para la formación del nuevo Gobierno. La Constitución establece en su artículo 187 que el primer ministro es nombrado por el presidente de la República, Aníbal Cavaco Silva, después de oír a los partidos representados en el Parlamento y teniendo en cuenta el resultado electoral.
Lógicamente, el encargado de formar gobierno será José Sócrates, aunque con un escenario más complicado que en la anterior legislatura, al no contar con mayoría absoluta. Un gobierno de coalición está prácticamente descartado, a pesar de que el PS no tendrá mayoría en el Parlamento unicameral portugués.
El descalabro de los partidos conservadores puede provocar que el PS eche una mirada a su izquierda, donde el Bloco de Esquerda y el Partido Comunista suman los votos suficientes para otorgar una mayoría clara a los socialistas. El problema es que las diferencias programáticas entre el PS y la izquierda más radical son considerables, unos y otros se han lanzado ataques durante la campaña, y han rechazado una alianza gubernamental. Nadie contempla la posibilidad de un gobierno de coalición entre socialistas y los partidos a su izquierda, a pesar de que un político del peso específico del ex presidente Mario Soares no ha hecho ascos a un eventual acuerdo con el Bloco de Esquerda. Desde la recuperación de la democracia, en 1974, Portugal nunca ha tenido un gobierno de coalición de izquierda.
A la derecha, el Partido Socialista podría buscar una alianza con el PSD, fórmula que ya ensayó. Los dos partidos que se han repartido el poder en democracia gobernaron en coalición entre 1983 y 1985, con el socialista Mario Soares de primer ministro del llamado Bloco Central. La experiencia no se ha vuelto a repetir, a pesar de que sus dirigentes son favorables a ella.
Celebradas las elecciones legislativas -en octubre los portugueses volverán a las urnas para renovar los Ayuntamientos-, el panorama político está repleto de interrogantes. La campaña electoral ha dejado heridas. La más profunda tiene que ver con las relaciones entre el primer ministro y el presidente de la República. La cohabitación de dos políticos de signo político distinto y talante opuesto como Cavaco (conservador) y Sócrates (socialista), no ha sido un camino de rosas. El caso del supuesto espionaje del jefe del Estado por parte de funcionarios del primer ministro, que luego resultó ser un montaje del entorno presidencial, no sólo embarró la campaña sino que comprometió la figura de la institución más respetada. Cavaco se negó a hablar para no interferir en la campaña, pero su silenció aumentó las sospechas. A partir de hoy, con el escrutinio realizado, el presidente puede hablar en cualquier momento y abrir de nuevo la Caja de Pandora.
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