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AL CIERRE
Columna
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La columna de los deportivos

Cuando fui a hablar con ellos poca cosa pudieron decirme. La entidad, convertida en uno de los símbolos del barrio, no cuenta con presupuesto para estudios históricos. Había ido hasta allí -hasta la sede de la Unió Esportiva Sants- buscando información sobre una columna, formada en el verano de 1936, que estaba integrada por futbolistas deseosos de ir a defender a la República en el frente de Aragón. Y salí con el ruego de que, si averiguaba algo más, se lo hiciera saber.

La columna de Els Esportius surgió entre los miembros de los equipos deportivos de Sants, Hostafrancs y Poble Sec -barrios de estricta militancia confederal- en el mes de agosto de 1936. El 4 de septiembre, el periódico La Rambla informaba de que, a los pocos días, ya se habían afiliado 100 voluntarios. De hecho, representaban una antigua forma de ejercito gremial, como los que defendieron durante siglos las libertades catalanas. Así, por ejemplo, en las mismas fechas, el Martinenc FC organizaba una centuria destinada a las columnas de la CNT-FAI; diversas asociaciones de escaladores y montañistas fundaban las Milicias Pirenaicas; muchos boxeadores -como Kid Merino, Cazorro, Nieto, Tomás Montaner y el campeón amateur mosca, Torres-, se alistaron en unidades semejantes. Mientras, el PSUC hacía un vibrante llamamiento a los deportistas para que acudiesen a alistarse al Grupo Campalans, adherido a la columna Jaume Graells.

La reacción del deporte ante la guerra -poco estudiada hasta el momento- fue mucho más activa e interesante de lo que parece a simple vista. El mundo del fútbol pronto respondió convocando festivales deportivos a beneficio de las Milicias Antifascistas, como el que se jugó en el campo del Guinardó entre el Europa, el Gracia, el Español y el Barcelona. Después, cuando estalló una Guerra Civil dentro del bando republicano, los comunistas llegarían a acusar a los del POUM de jugar partidazos contra el enemigo y dejarse ganar; mientras los anarquistas les acusaban a ellos de poner de árbitro a Stalin. Pero aquel impulso inicial, aunque su memoria haya quedado truncada y perdida en el tiempo, nos habla de una época cuando el deporte era mucho más que sueldos millonarios y contratos de televisión.

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