Keith Waterhouse, escritor 'todoterreno'
La novela 'Billy Liar' hizo famoso al creador británico
Keith Waterhouse fue un hombre metódico. Durante medio siglo, y prácticamente hasta su muerte -el pasado 4 de septiembre en su residencia londinense, mientras dormía, a los 80 años- no faltó jamás a su costumbre de empezar el día con una botella de champán francés. Tampoco dejó de acudir a su célebre "almuerzo con amigos", que incluía algunos amigos, una cantidad indeterminada de martinis con vodka y, a veces, un poco de comida.
Por encima de todo, se mantuvo fiel al hábito de escribir, dos veces por semana, las columnas más brillantes y divertidas del periodismo británico. También escribió varias novelas, una de las cuales, Billy Liar, de inmenso éxito, le financió el champán vitalicio, la casa en Kensington y la libertad de hacer lo que le diera la gana.
Era "pragmático en lo político y realista en lo económico, es decir, pesimista"
Waterhouse, nacido en Leeds en 1929, debió de parecerse en algo a su padre, un hombre fantasioso (en su certificado de matrimonio definió su profesión como "maestro colmadero", cuando en realidad vendía fruta por la calle) y dado a la bebida.
El padre murió cuando Keith tenía tres años, y la madre, que limpiaba hogares, sacó adelante la familia como mejor pudo. Vivían en un barrio pobre de Leeds, uno de los lugares menos envidiables del planeta, y Keith empezó a trabajar a los 14 años. Obtuvo uno de sus primeros empleos en una empresa de pompas fúnebres, y de ahí sacó muchas de las historias que utilizó en Billy Liar (1959).
Cuando obtuvo el éxito literario ya había dejado atrás su época como reportero local del Yorkshire Evening Post y era el columnista estelar del Daily Mirror, un diario en el que trabajó durante 35 años. Para el Mirror hizo una de sus obras maestras, Waterhouse sobre el estilo del periódico, adoptado como libro de estilo por la redacción del diario popular, por otras redacciones y por los altos funcionarios de la administración británica.
En 1986 dejó el Mirror porque no soportaba a Robert Maxwell, propietario del periódico. No se equivocó: Maxwell resultó un estafador a gran escala. Waterhouse pasó al Daily Mail, donde siguió haciendo sus columnas, siempre a máquina: se definía como "profesional de la tecnofobia" y despreciaba los ordenadores. También desarrolló una exitosa carrera como autor teatral, en colaboración con un amigo de la juventud, Willis Hall.
En 1989 estrenó, con un éxito apabullante (jamás hubo un asiento libre) Jeffrey Barnard is unwell, una obra tragicómica sobre otro columnista brillante y dipsómano, Jeffrey Barnard, interpretado por Peter O'Toole. Barnard murió en 1997 y los almuerzos líquidos de Waterhouse perdieron un comensal fijo.
Waterhouse fue socialista en su juventud, pero el laborismo le decepcionó a finales de los años sesenta y en 1979 saludó con gozo la llegada de Margaret Thatcher al poder. Ya no se movió del ámbito tory (aborrecía a Tony Blair), aunque se definía como "pragmático en lo político y realista en lo económico, es decir, pesimista".
En febrero de este año, anunció que tenía terminada una obra teatral titulada La última página, sobre la decadencia de Fleet Street y del periodismo tradicional británico. Era la pieza final de un trabajo gigantesco: más de 60 libros y piezas teatrales, más de 2.000 columnas y centenares de guiones para la televisión.
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