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Necrológica:'IN MEMÓRIAM'
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Begoña Rebuelta: El trabajo fue su vida

Begoña Rebuelta (Amurrio, 1944) no dejó indiferente a nadie en sus 65 años de vida. A mí, tampoco. Durante 14 años ininterrumpidos, compartimos trabajo en el Gobierno vasco. Primero en la Vicelehendakaritza y en la última década en la Lehendakaritza. Junto a otras muchas personas más, compartimos la ilusión de llevar a cabo una idea de país. Un proyecto social y político, una utopía que nos animaba a debatir permanentemente sobre qué era lo mejor para nuestro país. Su personalidad resuelta, firme y arrolladora generaba tantos amigos como envidias y recelos. Imagino que como todos.

Luchó durante un año con un cáncer incontrolable y no puedo olvidar la tarde en que entró en mi despacho y me dijo: "Antes de que te enteres por los demás, quiero ser yo la que te diga que tengo cáncer. Me han dicho que es de los malos, pero hay que mirar hacia adelante y eso es lo que voy a hacer. El cáncer no es el fin del mundo y hay que mirarle a la cara".

Yo ya lo sabía, pero fue tal la entereza con la que me lo dijo y la voluntad y el ánimo que tenía para superar la adversidad que le amenazaba severamente que no le dije nada. Creo que acabó dándome más ánimo ella a mí que yo a ella. Acabó por contagiarme el optimismo con el que comenzaba su lucha desigual contra el cáncer. Ha sido asombrosa su voluntad y determinación.

Me vinieron a la memoria los paquetes de tabaco que la vi fumar como quien come gominolas. Obviamente, dejó de fumar y a partir de entonces repetía, especialmente a mí, que era mentira que no se puede dejar de fumar. "Yo lo he hecho y no hay fumadora como yo. Es una cuestión de voluntad. Tienes que dejar de fumar; aunque ahora no te lo creas, es por tu propio bien. Tengo sobradas razones para decírtelo".

Voluntad decidida y resuelta es lo que nunca le faltó. Es más, probablemente le sobró. A la entereza con la que luchó contra el cáncer se suma el hecho de que nunca le pidió al médico que le diera la baja a pesar de estar sometida a un tratamiento muy duro. Es, con toda seguridad, un ejemplo de las personas que se divierten con el trabajo. No fue capaz de entender el mundo sin trabajar.

Compartí con Begoña grandes cosas. Hechos impensables para los dos. Los dos éramos de origen humilde y nunca pensamos que por nuestra profesión llegaríamos a estar donde estuvimos junto al lehendakari Juan José Ibarretxe. No podré olvidar la noche que cenamos con Castro. Yo escuchaba atónito y me pellizcaba por debajo de la mesa la pierna para comprobar que no estaba soñando y que realmente estábamos allí, en el Palacio de la Revolución, junto con Fidel.

Como fácilmente se comprenderá, ni se me ocurrió abrir la boca. Pero Begoña no tuvo reparo en decirle al Comandante, en plena sobremesa, que Cuba tenía grandes cosas, como él decía, pero que también tenía muchos problemas por resolver. Así de decidida y resuelta era Begoña.

Fue una nacionalista más que convencida. Probablemente de las que ya no nacen ni se hacen. No olvidó sus raíces ni su sencillez con la que transitó por este mundo. A Amurrio (Álava), que la vio nacer, hace 65 años, allí volvía cada fin de semana a compartir café, mesa y mantel con cuantas personas se acercaban a ella. Discurría con tanta vehemencia que hasta incluso en sus equivocaciones hacía dudar a sus interlocutores.

Su vida estuvo prácticamente ligada al lehendakari Ibarretxe, al que le unía tanta fidelidad y lealtad como afecto y cariño. Le demostró sobre todo una lealtad por encima de lo normal. Prefería ser ella el blanco de críticas y ácidos comentarios antes de que afectaran al lehendakari. Nunca le oí quejarse de ello. Ibarretxe siempre se lo agradeció y quién sabe si el destino se escribe o no, pero el hecho es que estaba con Begoña cuando dijo por última vez adiós.

Joseba G. Bengoetxea fue secretario general de Comunicación del lehendakari Ibarretxe.

Begoña Rebuelta y Juan José Ibarretxe, en una concentración de repulsa a ETA en diciembre de 2007.
Begoña Rebuelta y Juan José Ibarretxe, en una concentración de repulsa a ETA en diciembre de 2007.PRADIP J. PHANSE

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