La gran blasfemia ante los pobres
El congreso de teólogos denuncia la apatía de las confesiones religiosas
"La gran blasfemia de nuestro tiempo". Bajo el peso de esta definición del actual sistema social y económico se ha desarrollado en Madrid el 29º congreso de la Asociación de Teólogos Juan XXIII. Su lema, El cristianismo ante la crisis económica. "Denunciamos la apatía y la falta de compromiso social de las confesiones religiosas que se preocupan más por cuestiones de poder y de privilegio que por denunciar las injusticias de un sistema que atenaza a los sectores más necesitados", dice el mensaje final de los reunidos en el paraninfo del sindicato Comisiones Obreras en Madrid.
El congreso lo abrió Arcadi Oliveres, profesor de Economía en la Universidad Autónoma de Barcelona, con una exposición que no dejaba dudas sobre el sentir general ante la crisis. Según el economista catalán y presidente de Justicia y Paz, la ilusión del "capitalismo sinvergüenza es la privatización de los beneficios y la socialización de las pérdidas". Puso ejemplos de empresas que, como Seat, han aprovechado la crisis para escenificar esa teoría con ajustes de su plantilla, sin que las autoridades hayan puesto impedimento alguno.
"Preocupa más el poder y el privilegio que la denuncia de la injusticia"
Los teólogos piden al Gobierno cambio de rumbo en la política fiscal y social
Una llamada "comida informal" con el presidente del Gobierno en el palacio de la Moncloa frustró el viernes la intervención en el Congreso, apalabrada hace meses, de los secretarios generales de UGT y CC OO, con el enfado de muchos asistentes.
El ánimo de los teólogos ante la crisis es revolucionario, en comparación con otras esferas eclesiásticas e, incluso, de izquierdas. "La crisis no es originariamente económico-técnica, sino un problema ético, económico y político. En su origen se encuentra el actual sistema social y económico neoliberal -la gran blasfemia de nuestro tiempo según el obispo Casaldáliga-, que legitima y generaliza la corrupción en sus diversas modalidades: desfalcos, fraudes, extorsiones, despilfarro, codicia, abusos de poder y engaño a la ciudadanía", denunció Juan José Tamayo, secretario general de la asociación que organiza el congreso desde 1981.
"Todas esas prácticas están apoyadas por la mayoría de los Estados y de sus gobiernos, también el de España, a través de políticas de liberalización de la economía, que generan empobrecimiento en la mayoría de la población y constituyen un retroceso en la defensa del bien común y de los derechos humanos, reducidos al derecho de propiedad. El neoliberalismo es intrínsecamente inmoral, ya que genera discriminaciones económicas, culturales, étnicas, sexistas, injusticias estructurales y violencia institucional", añadió.
Han sido reiteradas las críticas a la jerarquía por su comportamiento ante la crisis. En algunas diócesis, muchos sacerdotes han destinado un tanto de su sueldo a la solidaridad con los sectores más vulnerables de la población. También ha habido "pronunciamientos muy loables" de algunos prelados. Pero "a nivel institucional no ha habido la sensibilidad necesaria". Éste ha sido el lamento: "La actitud de la jerarquía está más cerca del sacerdote y del levita de la parábola evangélica, más preocupados por atender al culto que por atender a la persona malherida, que la del Buen Samaritano, solidario con el hermano sufriente. La jerarquía debería haberse movilizado como institución y haber hecho una campaña de concienciación entre los cristianos, e incluso entre la ciudadanía, al tratarse de un problema que va más allá de las creencias y de las prácticas religiosas".
"El responsable de la crisis es el sistema capitalista, que permite que unos pocos se enriquezcan a costa del empobrecimiento de las mayorías populares, pero deben activarse las mejores tradiciones de justicia, igualdad y solidaridad de todas las religiones y movimientos espirituales", concluye el manifiesto final.
También sale malparado el Gobierno, al que los teólogos exigen "un urgente cambio de rumbo de la política económica que beneficia a los poderosos y la puesta en marcha de políticas fiscales y sociales favorables a los sectores desfavorecidos".
Misa de doce en Comisiones Obreras
Ayer hubo misa en la sede de Comisiones Obreras, el sindicato de origen comunista. Misa solemne, coordinada por el Movimiento pro Celibato Opcional (MOCEOP) en Albacete, y concelebrada por los asistentes al congreso de teología. En los años duros del franquismo, los obreros del correoso sindicato del PCE se escondían en templos católicos. Hoy devuelven el favor a aquella iglesia que aborrecía al nacionalcatolicismo tanto como ellos.
Los primeros congresos se celebraron en centros religiosos, pero la jerarquía ha forzado a sus congregaciones a no acogerlos ahora. La mayoría de los congresistas -este año, unos 700- son religiosos dedicados a la enseñanza o seglares de las comunidades de base que trabajan en parroquias de barriadas obreras.
En España hay unos 5.000 sacerdotes casados. Unos pocos siguen ejerciendo su ministerio discretamente, con la complicidad de algunos obispos. Los que ayer dirigieron la eucaristía lo hicieron a la luz del día. En la ceremonia se palpaba fervor; también entusiasmo y alegría. Entre los muchos cantos, estas estrofas: "Sabéis lo que hizo [Cristo] cuando hubo hambre? Partió el pan. El oro del templo para repartir mazapán. ¿Sabéis lo que hizo cuando hubo amor? El Papa de Roma volvió a ser papá, la suegra de Pedro reparte rosquillas en el Concilio I de Moratalaz: cuando salió del armario Dios se hizo Mamá". En la colecta, los congresistas entregaron 10.800 euros para programas de solidaridad. El año pasado fueron 11.255 euros. La crisis.
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