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Columna
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Papando moscas

Francisco Camps se ha pasado todo el mes de agosto papando moscas, mirándose su honorable ombligo... y no ha salido de ahí. El baile de carteras del Consell de estos días confirma que tenemos un Gobierno valenciano en permanente estado de provisionalidad. Camps está tan ensimismado que ni siquiera ha sido capaz de sacarse un conejo de la chistera, algún fichaje estrella, o por lo menos promocionar a alguien de la cantera para la rentrée. El "nuevo" Consell no representa ninguna evolución. Es un puro endemismo, como la foca monje, el buitre negro o el sapillo balear. Y eso que el TSJ le ha regalado a Camps unas vacaciones, una tregua procesal, a la espera de ver qué dice el Supremo. Camps está ensimismado y no hay nadie capaz de sacudir el estado catatónico de su gestión.

Absorto como está, ajeno a todo lo que no sea su deteriorado espejo, es incapaz de acometer los retos de una realidad que se complica día a día. Una realidad, que en los próximos meses va a estar marcada por dos desafíos fundamentales: las consecuencias de la crisis económica y la nueva epidemia de gripe. Así, en pleno ferragosto, nos enteramos de que la Casa de la Caridad de Valencia no da abasto y de que, en tan sólo los primeros seis meses del año, ha superado en un 140% las raciones que distribuyó en 2008. La Casa de la Caridad es una institución benéfica privada y menos mal que existe porque, sigue siendo necesaria, a pesar de que el Consell de Camps tenga una cartera pomposamente denominada de Bienestar Social.

Y si miramos al sistema sanitario valenciano la situación no puede ser más inquietante. La sanidad pública ha perdido en un año casi tres mil profesionales de atención primaria, según la memoria del Comité Económico y Social. Los centros de gestión privada se llevan a los profesionales de la sanidad pública, que no se reemplazan y en la que tampoco se cubren muchas de las bajas por enfermedad y jubilación. Este verano la situación ha sido especialmente crítica. Ignacio Subías, portavoz socialista de Sanidad, ha denunciado que durante las vacaciones sólo se ha sustituido al 55% de los médicos y enfermeras de los centros de primaria. Y aún peor es la situación en la asistencia especializada, donde apenas se ha cubierto el 10% de las plazas de médicos y el 60% de enfermería, con la consiguiente masificación de las urgencias. La semana pasada los médicos residentes (MIR) de la Fe se concentraron a las puertas del centro para denunciar la situación que atraviesa nuestro primer hospital. Los casi doscientos MIR de la Fe, que como todos los residentes se encuentran en periodo formativo, han sido movilizados para cubrir los huecos en las guardias de urgencias, donde trabajan sin apenas supervisión de los médicos adjuntos. Los residentes consideran que deberían hacer sólo las guardias de la especialidad para la que se están formando, no las de la puerta de urgencias en general. Según han explicado, su tarea, en lugar de ser una actividad docente, se ha convertido "en un trabajo a destajo", porque mientras que los residentes de primer año (R-1) sí están permanentemente tutelados, los R-2, R-3, R-4 y R-5 se han visto obligados a hacer las guardias solos.

Mientras tanto ¿cuál ha sido la acción del Gobierno Camps más relevante del verano? Firmarle un contrato secreto a Bernie Ecclestone para que se lleve en crudo 90 millones de euros. Camps vuelve del verano como llegó, petrificado, con un Consell aturdido, sin más función neurológica que la de activar los mecanismos del autobombo y del victimismo.

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