En la ciudad doble
Lo que cuenta La soledad de Charles Dickens, de Dan Simmons (Illinois, 1948), es la soledad de Wilkie Collins, su narrador en primera persona, colaborador y amigo del genial Dickens, y creador de novelas como La dama de blanco y La piedra lunar. Estas memorias sobre los dos escritores son, según Collins (1824- 1889), un documento secreto ("cascada de terribles acontecimientos"), que sólo podría publicarse un siglo y cuarto después de la muerte de su autor imaginario.
La historia es real: Charles Dickens sufrió un accidente ferroviario el 9 de junio de 1865 cuando volvía de París con su amante, la actriz Ellen Ternan. Su vagón fue el único que no se despeñó aquel día mortal. Y entonces, mientras el escritor más famoso de su tiempo ayudaba a los supervivientes, se encontró con una criatura cadavérica, sin párpados ni nariz. Quizá viajaba en ataúd, muerto viviente o criminal que se oculta de la policía. Dickens iba a vivir poseído por ese individuo, Drood, demasiado raro, amenazador y grotesco para ser un personaje literario, como sugiere Collins. Pero Dickens dejaría inacabada una novela por entregas que precisamente se llamó El misterio de Edwin Drood.
La soledad de Charles Dickens
Dan Simmons
Traducción de Ana Herrera
Roca. Barcelona, 2009
872 páginas. 24 euros
"Tales figuras fantasmales existen. Uno se cruza con ellas por la calle", dice el Dickens de Dan Simmons, y nos lleva a los intestinos de Londres un verano febril: excrementos de tres millones de personas, cementerios, basureros y mataderos industriales, en descomposición, a cielo abierto. Hacia el Támesis corren callejones cada vez más oscuros y estrechos, hasta las alcantarillas, reino de fumaderos y extranjeros, hindúes, bengalíes, malayos, irlandeses, alemanes y chinos. Vamos a descubrir la verdad de Drood, asesino multitudinario o Sumo Sacerdote de una antigua religión en las riberas de un Nilo del subsuelo.
Estamos en la Ciudad Subterránea, tumbas y catacumbas donde acechan niños como ratas gigantes con piel de larva y gafas ahumadas. Simmons es un maestro de la ciencia-ficción, el misterio y la novela criminal, y en su horrible Londres debajo de Londres ha reencontrado al Dickens, "exagerado e imposible", bendecido por G. K. Chesterton. La novela de Dan Simmons son casi 900 páginas exuberantes de fábula y humor fúnebre. De repente, en la página 358, dice Collins: "No me importa confesarle, querido lector, que yo estaba ya muy cansado de las criptas. No le culpo si usted también lo está". Collins es adicto al opio. Sufre alucinaciones asesinas, pero la visión más violenta de su relato quizá sea la ejecución de un perro.
La Ciudad Subterránea es el reverso del feliz mundo victoriano: ejemplares familias, matrimonios como cepos hipócritas. Pero Dickens, que acaba de separarse de su mujer, esconde sus amores con una actriz, y Collins sufre chantaje por su situación doméstica, soltero entre dos casas y dos mujeres. La vida es doble, como la Londres de turbas famélicas, y Simmons tiene el talento de imaginar hoy a aquellos Dickens y Collins, capaces de hacer visibles a los fantasmas familiares. La literatura empieza a ser una leyenda.
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