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Reportaje:

Amor pingüino

Faunia acoge a quince ejemplares rescatados del huracán 'Katrina'

María Martín

Estuvieron literalmente con el agua al cuello cuando el huracán Katrina desoló Nueva Orleans en agosto de 2005, pero se salvaron. Cuatro años después, los 15 pingüinos barbijo acogidos por Faunia se han recuperado de sus heridas, han repuesto su plumaje y disfrutan de sus últimos años de vida en unas vacaciones de sol halógeno y frío prefabricado.

Y en esta Antártida ideal en la que los peces llegan solos a sus bocas y la luz juega para favorecer su cría, vive Chepi, la más anciana de los barbijo, también la más feúcha. Con 26 años supera en ocho la esperanza de vida de su especie, tiene un aspecto tiñoso por su plumaje pardo y desigual y una pequeña chepa, que da honor a su nombre, le colma el lomo. Un cuadro, si no fuese porque se ha convertido en la líder indiscutible de este falso paisaje polar.

'Chepi', un ejemplar de 26 años, se ha convertido en la líder del grupo

Lo excepcional de esta hembra es que, según el biólogo del centro, Javier Gimeno, "los pingüinos son muy raciales y ella es la única que se relaciona con el resto de especies" y no sólo eso, sus cuidadores describen divertidos sus flirteos, reventando la creencia de que estas aves eran fieles amantes. Gimeno explica que los pingüinos sólo son monógamos durante el año de cría, porque al separarse y volver al lugar del nido meses después, la posibilidad de encontrarse con la misma pareja es casi nula. Pero en cautividad todos se conocen.

Los cuidadores no creen que Chepi haya llegado a consumar con ninguno de sus congéneres. "Pero es todavía una hembra fértil", explica el biólogo. Su pareja oficial es Mike, otro de los barbijo rescatados, 19 años menor que ella, pero su trato descuidado, le propina algún que otro picotazo, la ha llevado a buscar compañía en la selecta colonia de los pingüinos rey.

Y aquí aparece Baloo, un esbelto ejemplar, que triplica en tamaño a los pequeños barbijo que no superan los 30 centímetros y que se ha convertido en el mejor amigo de Chepi. "La defiende, la acaricia y le canta para cortejarla", cuenta su cuidador. Sus esfuerzos, sin embargo, son en vano ya que, aunque la pingüino se codee con la sangre real, en época de cría vuelve junto a su joven pareja, que aunque no la trate como una reina, todo queda en casa.

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Unos visitantes ante   el ecosistema polar instalado en Faunia para los pingüinos.
Unos visitantes ante el ecosistema polar instalado en Faunia para los pingüinos.CARLOS ROSILLO

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Sobre la firma

María Martín
Periodista especializada en la cobertura del fenómeno migratorio en España. Empezó su carrera en EL PAÍS como reportera de información local, pasó por El Mundo y se marchó a Brasil. Allí trabajó en la Folha de S. Paulo, fue parte del equipo fundador de la edición en portugués de EL PAÍS y fue corresponsal desde Río de Janeiro.

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