Escocia responde a las críticas por la liberación del terrorista de Lockerbie
Una página 'web' estadounidense llama al boicoteo de productos británicos
La reciente liberación del preso libio Abdelbaset Alí Mohamed al Megrahi, el único condenado por el atentado de Lockerbie (Escocia), en el que murieron 270 personas en 1988, está adquiriendo los tintes de contencioso entre ambos lados del Atlántico. Mientras el ministro de Justicia escocés, Kenny MacAskill, aseguraba ayer que asume "todas las consecuencias" de una decisión que dijo haber tomado exclusivamente por motivos humanitarios, desde Estados Unidos arreciaban los llamamientos para el boicoteo de los productos escoceses, encabezados por su famoso whisky.
El ministro independentista MacAskill fue sometido al acoso de la oposición en el transcurso de una sesión extraordinaria del Parlamento autónomo -que forzó a interrumpir las vacaciones estivales de los diputados- consagrada al caso Lockerbie. La líder conservadora, Annabel Goldie, sostuvo que el ministro podría haber evitado la protesta de Washington si hubiera recluido a Al Megrahi, víctima de cáncer y al que se le ha pronosticado tres meses de vida, en una residencia de enfermos ubicada en el propio territorio escocés. En su lugar, el reo libio fue trasladado el viernes a Trípoli, donde le fue dispensada una acogida de héroe, para escarnio de los familiares de las víctimas del atentado, en el que un avión de la compañía PanAm estalló en pleno vuelo.
El jefe de filas del laborismo escocés, Iain Gray, exigió, por su parte, que MacAskill especificara si ha sufrido algún tipo de presión que condujera al polémico desenlace del caso. Su demanda no resultó convincente, habida cuenta el papel no aclarado del Gobierno de Londres (controlado por sus correligionarios laboristas) en todo el asunto.
Downing Street, a través de dos de sus más destacados ministros, ha subrayado en los últimos días que la decisión sobre el futuro de Al Megrahi tan sólo competía a la justicia escocesa, en un esfuerzo por neutralizar las sugerencias de que en su liberación pesaron los crecientes intereses económicos británicos en la Libia del coronel Gaddafi.
En ese contexto de tensión política, azuzado por las declaraciones del presidente Barack Obama de que la liberación ha sido un grave "error", o las del director del FBI denunciando "una burla a la justicia", el fantasma del boicoteo económico va cobrando fuerza. No es oficial -nada indica que Washington lo apoye-, aunque ciertos sectores de la sociedad estadounidense lo reclaman. Una web titulada "Boicoteo a Escocia" detalla en la Red toda una lista de direcciones de correo de políticos escoceses y británicos, para que los usuarios puedan remitirles sus protestas por la "flagrante traición" que a su entender entraña la liberación del libio. Y, sobre todo, adjunta una relación de las compañías británicas, en primer lugar las escocesas, que exportan sus productos a EE UU.
La autonomía de Escocia, gobernada por los independentistas del SNP desde hace casi dos años y medio, obtiene anualmente 2.800 millones de libras (unos 3.200 millones de euros) con sus ventas al mercado estadounidense. El whisky puede ser una de las primeras víctimas de ese pulso, junto a la relación del Gobierno de Edimburgo con Washington, que ha vivido tiempos mejores a lo largo de su historia.
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