Japón apuntala la recuperación mundial al salir de un año de recesión
Las Bolsas ignoran la mejoría de la segunda economía del planeta - Asia exhibe su fortaleza con el impulso de las exportaciones niponas
Nadie ahorra más que los japoneses, nadie trabaja más, nadie tiene menos vacaciones en el mundo llamado desarrollado. En ningún lugar hay más adictos al trabajo, lo que los norteamericanos llaman workaholics. Se supone que eso debería llevar a un país a un cierto éxito, al menos en el plano puramente económico. Y sin embargo, Japón, segunda economía del planeta, lleva en crisis casi ininterrumpida desde 1990, y ningún país rico ha sufrido más que éste los rigores de los dos últimos años. Esa etapa sombría toca a su fin: una vez detectados los primeros signos de recuperación tras la sorprendente mejoría en Francia y Alemania, Japón se unió ayer al selecto club de países que han conseguido cerrar oficialmente el capítulo de la recesión: el PIB japonés creció el 0,9% en el segundo trimestre, lo que supone un avance interanual del 3,7%.
El alza del paro y la deflación persistirán en los próximos meses
La salida del túnel no ha llegado aún a EE UU, la verdadera brújula bursátil
La recuperación parece pisar tierra firme de una vez por todas. Especialmente en Asia, con China creciendo al filo del 8% y un buen puñado de economías exhibiendo tasas incluso superiores. EE UU y la mayor parte de las economías occidentales lidian aún con la peor crisis desde la II Guerra Mundial, pero la mejoría se ha extendido como una mancha de aceite por Malasia, Singapur, Corea del Sur, Hong Kong. Todos ellos grandes socios comerciales de Japón, que deja atrás cuatro trimestres de recesión, en los que el paro se ha encaramado a máximos de los últimos seis años y la deflación -la caída de precios, uno de los males endémicos del país asiático- se acerca peligrosamente al 2%.
La clave de la recuperación japonesa es precisamente el empuje de sus vecinos. Eso ha permitido el crecimiento de las exportaciones en un país extremadamente dependiente de sus ventas al exterior, con un alza superior al 6% tras una larga temporada cayendo a plomo. Además de la mejoría del sector exterior, destacan tanto el avance del consumo privado -el talón de Aquiles de la economía nipona- como los efectos del plan de estímulo del Estado, que asciende al 4% del PIB y que ha llevado la deuda pública más allá del 150% del PIB, un nivel muy superior al de las grandes economías occidentales.
Pero la recuperación está plagada de fragilidades. El alza del paro y las presiones deflacionistas persistirán en los próximos meses, con la industria produciendo al 70% de su capacidad. La confianza de los consumidores empieza a repuntar, pero desde niveles mínimos. Los estímulos anticrisis terminarán en marzo, y la extrema debilidad de las finanzas públicas dificulta planes similares en adelante. Y la inversión en bienes de equipo y en la construcción presentó en el segundo trimestre caídas pronunciadas. "Puede que lo peor haya pasado, pero Japón no ahuyentará a sus fantasmas hasta que la recuperación sea de veras mundial", aseguró Álvaro Lissón, de AFI.
Incluso el Gobierno del primer ministro Taro Aso -con las elecciones a la vuelta de la esquina- llamaba ayer a la prudencia. "Hay que ser extremadamente conscientes de que persisten los factores de riesgo", explicó el ministro de Economía, Yoshimasa Hayashi. Los expertos comparten esa precaución. "El crecimiento en Japón pasó del 4% en la década de los ochenta a apenas el 1% en los noventa. Y, al igual que el de Europa y EE UU, se va a mantener bajo durante mucho tiempo", explicó desde Japón Keiichiro Kobayashi, del instituto de análisis Rieti.
Hubo un tiempo en el que la superficie que ocupa el Palacio Imperial de Tokio valía más que toda California, pero la burbuja económica japonesa explotó en 1990 y desde entonces la recuperación ha sido lenta. Cuando empezaba a salir del pozo, la crisis internacional golpeó con fuerza y sólo ahora se vislumbra el final del túnel. La mayoría de los expertos espera que el rebote se consolide, aunque a un ritmo inferior. "El crecimiento del 3,7% no es sostenible, pero Japón puede acabar el año con avances en torno al 2%", dijo Kyohei Morita, de Barclays Capital.
Toda prudencia es poca: las Bolsas asiáticas ignoraron por completo la salida de la crisis de Japón y cerraron con fuertes caídas, en torno al 3%. Los números rojos se extendieron también a Europa -la Bolsa española se dejó el 2,7%- y a Wall Street. Alemania, Francia y Japón son cabeza de león de la economía mundial, pero la recuperación no ha llegado aún a EE UU, la verdadera brújula de la Bolsa. "Los bancos estadounidenses han presentado buenos resultados, pero los balances sólo les lucen porque abusan de la contabilidad. Hay muchos activos tóxicos que aún no han aflorado, y por eso EE UU no es en esta ocasión la primera economía en salir del túnel", atacó Kobayashi.
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