La crisis reaviva las protestas sociales en Italia
Siete empleados acampan en el Coliseo por la privatización de su empresa
En la cima del Coliseo, a casi 50 metros. Allí han pasado el fin de semana siete guardias jurado para protestar contra la privatización de la empresa de seguridad Istituto Vigilanza Urbe, de la que dependen 947 empleos. Se subieron el viernes por la tarde y desde entonces piquetes sindicales de apoyo, policía y bomberos están a los pies de uno de los iconos más famosos de la Roma Imperial, pendientes de lo que pueda pasar. Uno de ellos ha tenido que superar un ataque de asma sin poder recibir atención médica. La comida y el agua se la hacen llegar sus compañeros a través de un cubo y una cuerda.
Los medios italianos les llaman los siete gladiadores. Aseguran que no se moverán hasta que el Gobierno no les explique cómo el ente público del que hasta ahora dependía la sociedad que los contrataba puede estar al borde de la quiebra con un agujero de 80 millones de euros.
Quieren garantías de que no serán ellos los que paguen las consecuencias, arriesgándose con la privatización a un eventual recorte de empleos y a la precarización de sus puestos de trabajo, en caso de que finalmente los conserven.
Entretanto, uno de cada tres trabajadores en plantilla se niega a firmar el despido que les permitiría ser contratados otra vez en la empresa, ya privatizada. Exigen que los nuevos propietarios les den las mismas garantías y mantengan los derechos laborales que tenían en cuanto a empleados de una empresa pública.
Lo cierto es que la forma de protestar de los guardias jurado responde a un patrón cortado, hace un par de semanas, por trabajadores de la fábrica de maquinaria industrial Innse, en Milán. Durante ocho días, cuatro trabajadores y un representante sindical estuvieron subidos a una grúa, a más de 10 metros de altitud, para defender los 49 puestos de trabajo amenazados por el cierre de la fábrica. Llevaban un año de duras negociaciones para evitar el desmantelamiento de la planta. Gracias a la atención mediática cosechada desde lo alto de la grúa, el martes pasado apareció un comprador que volverá a abrir la Innse en octubre.
Y el caso ha creado escuela. No sólo para los siete gladiadores. También cuatro trabajadores de la cantera Cim, a 40 kilómetros de Roma, se subieron el pasado lunes a lo alto de una torre y en sólo cuatro días consiguieron que se parara el proceso de licitación pública del terreno cuya cesión a la explotación había expirado. "Lo consiguió la Innse, nosotros también" decían las pancartas. Y si no lo consiguen ahora, los guardias jurado del Coliseo no bajarán "hasta diciembre", aseguran.
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