Diez mandamientos para la fiesta
El pregonero anima a no politizar la Aste Nagusia y a usar preservativos
El pregonero, Joseba Solozabal, y la txupinera, Sonia Polo, parecían tener prisa para que la fiesta de Aste Nagusia empezase a rodar. Faltaban unos minutos para las siete de la tarde, la hora prevista en el programa para lanzar el txupin que marca el inicio de la Aste Nagusia, cuando se asomaron a la balconada del Teatro Arriaga. Solozabal, soportando estoicamente el bochorno con el amarillo uniforme de pregonero, lanzó en su pregón sus particulares Tablas de la Ley, los Diez Mandamientos "de la ley de Bilbao". El primero: "Amar a Bilbao sobre todas las cosas". En el resto hubo humor e intención para animar a los ciudadanos a ligar, promover el uso del condón, condenar a quien mata, maltrata o tortura y defender unas fiestas sin politización ni violencia. "No politizarás las fiestas y tampoco las santificaras; son pecadoras", enfatizó.
Solozabal soltó una paloma blanca desde la balconada del Teatro Arriaga
Las reivindicaciones de Solozabal fueron para todos los gustos, desde "cometer y confesar pecados mortales, si hay suerte, y la Iglesia no te manda al rincón por maricón" a "trabajar poco, con contrato, por pasta y con resignación". Su intervención fue recibido con aplausos y carcajadas, mucho más frecuentes que los gritos a favor de los presos de ETA que se escucharon en la plaza del Arriaga. Hasta llegó a improvisar sobre la marcha a partir del pregón que había entregado por escrito a los medios de comunicación para lanzar una llamada directa a bajarse "las braguetas y las bragas". Y es que ya había avisado que iba a hacer un pregón un poco transgresor.
Acabada la intervención de Solozabal, incluida su declaración de amor a Bilbao y su vocación de ser "el pregonero de todos y todas, sin excepciones", la txupinera encendió la mecha del cohete y con el estallido en el aire miles de personas empezaron a brincar en la plaza del Arriaga. Solozabal puso el punto final dejando volar desde la balconada una paloma blanca. Entre los grupos de jóvenes, bien provistos de botellas de espumosos, el espacio libre era mínimo y el Marijaia ba dator se cantaba a grito pelado.
Centenares de invitados a la recepción del Ayuntamiento abarrotaron el ambigú del Arriaga. Los ediles socialistas y populares no asistieron para no avalar el nombramiento de Polo, hermana de un preso de ETA, como txupinera. Dentro del Arriaga sólo había ayer un motivo de queja entre los invitados: el bochorno era insoportable, incluso con la ayuda de los abanicos de cartón que se repartieron. Fuera la preocupación era otra: la amenaza de tormenta. Disparado el txupin empezaron a caer las primeras gotas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.