La química pierde el tren
La crisis y la competencia de Asia golpean a este sector
Vicente Moya, 17 años recorriendo el pasillo de acceso a la planta Basf de Tarragona, cruza el quicio de la entrada por última vez. Empieza las vacaciones y no será necesario que regrese. La fábrica de poliestireno extendido cerrará este mes, 85 puestos de trabajo que seguirán al sol cuando llegue octubre. El poliestireno resulta un formidable aislante térmico para los cientos de miles de fachadas que España ha dejado de construir. Su resistencia lo convierte en excelente envoltura de los millones de electrodomésticos que Europa ya no compra. Los repiques de la crisis se enredan en el tejido industrial español y rebotan sobre nuevos sectores. Tras dos años de turbulencias, empieza a crujir la industria química en una sucesión de cierres.
España, con plantas poco competitivas, pierde peso ante China y Oriente Medio
Ercros, Repsol Química, Basf, Bayer y otras han anunciado este trimestre expedientes de regulación de empleo que cuestionan un millar de empleos directos. El descenso que describen los gráficos de ventas huele a otra inminente oleada de ajustes. La facturación del sector cayó en Europa un 0,6% en 2008, pero en España el agujero se amplía al 4% para este año y el retroceso se extenderá a 2010, pronostica la Federación Empresarial de la Industria Química Española (FEIQUE). El mercado sólo florecerá entonces para el segmento farmacéutico.
La crisis química española se disputará entre continentes. El sector, globalizado hasta los topes, representa ya la segunda baza exportadora más importante de España, sólo por detrás de la automoción. Las turbulencias que recorren el globo airean el problema que encubría la fuerte demanda de la última década: la baja competitividad de las plantas españolas. Sólo las más rentables atraen a compradores en días de crisis, China y el naciente polo químico de Oriente Próximo.
"España perderá mucho peso global cuando supere la crisis", advierte José Corrales, director de ingeniería química. "Estas caídas no sólo han acelerado el proceso de dominio de las plantas asiáticas. Lo han convertido en irreversible", vaticina. Respaldadas por menores costes y una disponibilidad inmejorable de materia prima, las plantas de Oriente Próximo se preparan para vender al galope en cuanto suba la demanda.
El pulso de la industria hay que tomarlo en Tarragona, principal polo químico de la Europa meridional, que el año pasado registró números rojos por primera vez desde 2000. Un par de kilómetros cuadrados en el que se apiña el 46% de la química nacional. Vicente Moya, el empleado que no volverá a la planta de Basf, advierte que el faro químico del país alumbra a modo de intermitente. "Nuestra planta cierra, pero en todo el polígono otras tienen que parar porque no les cabe nada más en los almacenes", detalla el también sindicalista de CC OO.
La pauta discontinua que sufre el territorio se extrapola a Huelva, Puertollano (Ciudad Real) o Castellón, núcleos químicos que brotaron tras la estela del éxito tarraconense. "El diagnóstico es el mismo: demasiada producción y demasiado cara", insiste Albert Rovira, investigador de la Generalitat valenciana. Rovira advierte de que se dan los primeros síntomas de desmoronamiento de un sector con pies de pluma.
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