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Crítica:Días de diversión
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Mucho toro para cerrar la feria

Había tendencia positiva y se notó. Tras el éxito de Enrique Ponce el día anterior, la gente estaba predispuesta a un nuevo triunfo. No hubo méritos para ello, pero el deseo fue irrefrenable y Manzanares salió en hombres con tres orejas en su haber después de unas actuaciones discretas.

Se cerraba el ciclo festivo y qué mejor que hacerlo con buen sabor de boca, pero lo cierto es que el encierro que envió hasta Vitoria el ganadero Victoriano del Río fue de nota y debió tener mejor trato por parte de los espadas que los lidiaron.

La torería es enemiga de la vulgaridad y, sin embargo, ese fue el acento de toda la tarde. Todo comenzó con el homenaje a Luis Francisco Esplá en la temporada de su despedida. Un aurresku antes del paseíllo para decir adiós a un torero que entró en La Blanca por la vía de la sustitución del cogido Morante de la Puebla, y que llevaba doce años sin venir a la capital. Entonces, las primeras ovaciones grandes. Había ganas de aplaudir.

VICTORIANO DEL RÍO / ESPLÁ, EL JULI Y MANZANARES

Cinco toros de Victoriano del Río: excelentes de presentación y de buen juego, sobresaliendo el sexto, y uno de Toros de Cortés: bueno.

Luis Francisco Esplá: estocada atravesada y 3 descabellos (saludos) y pinchazo, estocada tendida y 5 descabellos (saludos).

El Juli: estocada (oreja) y estocada (oreja).

José María Manzanares: estocada (oreja) y estocada (dos orejas).

Saludaron los banderilleros Juan José Trujillo en el tercero y Curro Javier, en el sexto.

Antes del paseíllo se bailó un aurresku de homenaje a Luis Francisco Esplá, por ser su última actuación en Vitoria.

Plaza de Vitoria, 9 de agosto de 2009. Quinta de la Feria de La Blanca. Dos tercios de entrada.

La torería rechaza la vulgaridad, pero ese fue el acento de toda la tarde

Por ello, en cuanto rodó el primer toro, ovación para que saludara el alicantino. Y eso que se lo había pasado siempre por arriba y de puntillas. Aquéllo no fue bastante y había que pedir orejas, que es más fiesta, y se acabó con un premio de dos orejas a Manzanares que hacen tambalear la seriedad de la plaza vitoriana. Con una buena estocada y poco más se puede salir en hombros. Antes, en el quinto ya se rozó ese regalo con El Juli.

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El madrileño había apostado en sus dos actuaciones por un toreo despegado, con una extraordinaria ligazón como base de su faena. Siempre lejos, sin apreturas. Total, sin grandes emociones.

Manzanares debió darse cuenta de que aquello era suficiente para tocar pelo y tiró del mismo repertorio, tan despegado salvo en algunos pases de pecho buenos. En el sexto, hizo algo más, pero sólo una tanda con la izquierda y un cambio de mano para el recuerdo.

Poco se podía hacer. La vulgaridad había decidido trasladarse a Vitoria y hasta Luis Francisco Esplá estuvo gris en el tercio de banderillas. El mejor, el violín que cerró el del primer toro. A veces, vale más un buen ejercicio de los subalternos que tres pares vulgares de un matador. Eso pareció recordarle la cuadrilla de Manzanares, con Trujillo y Curro Javier dejando los mejores palos de la tarde. Fueron los únicos instantes con brillo de la corrida. Ésos y las soberbias estocadas de El Juli y de Manzanares, dos auténticos cañones en la suerte suprema.

Los que iban a más eran los toros de Victoriano del Río, hasta llegar al sexto, el mejor, con bravura y una larga embestida. Los anteriores se habían dejado y con algo de sosería pedían ser desorejados. Les cortaron cinco orejas, pero de poquito peso; debieron ser más y de las del toreo bueno, que los astados de Victoriano lo estaban pidiendo.

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