Volvió a nevar en Vitoria
Patxi Viribay cerró su pregón convertido en Celedón en un acto espectacular
Cientos de años después, volvió a nevar en Vitoria en vísperas de La Blanca. El pregonero Patxi Viribay (Vitoria, 1961), director del Magialdia, se convirtió en Celedón en el colofón de su discurso, mientras levitaba hacia el cielo, desde donde y al mismo tiempo los copos comenzaban a caer sobre la plaza de España. Un momento único que dio paso al estreno de un musical que recorrió los principales hitos de las fiestas de la capital vasca, al son de Badator Celedón, el nuevo himno de La Blanca, compuesto por Joselu Ruiz de Gordoa, alma mater de Joselu Anaiak.
Desde el principio, con un escenario ampliado y numeroso aparataje escenográfico, el pregón de este 2009 se presentaba, al menos, diferente. Estaba anunciado que Patxi Viribay interpretaría algún truco de magia, pero lo que nadie se esperaba es que surgiera de una gran caja vacía, en un juego de ilusionismo de masas realmente sorprendente. Dos jóvenes vitorianas, una de ellas la campeona del mundo de gimnasia rítmica, Paula Orive, aparecieron en escena, llevando un gran cajón que mostraron al público sin nada ni nadie en su interior.
El pregonero no dejó indiferente a nadie, anoche, con su espectáculo
Y de repente, apareció el pregonero, en el inicio de un número de magia preparado por la organización del Magialdia. "Como corresponde al cargo, además de la imprescindible invitación a la fiesta, voy a hablar de lo que me dé la gana, aprovechando el momento", fue lo único que había adelantado a este diario la semana pasada, con la discreción que requería su actuación.
En efecto, Viribay reivindicó Vitoria como "una de las mejores ciudades del mundo", aduciendo muchos motivos. Y enumeró algunos: desde el liderazgo en las donaciones de sangre, hasta haberse convertido en la primera capital que aprobó el 0,7% de su presupuesto municipal para ayuda al desarrollo o en abrir un registro de parejas de hecho. También citó el carácter pionero de la ciudad en medio ambiente o su imponente red de centros cívicos. "Tenemos sobrados motivos para sentirnos orgullosos".
Y luego abordó, como parecía inevitable, el asunto de la crisis económica. En este asunto, también Viribay apostó por una mirada positiva. "No tenemos motivo para sentirnos infelices", afirmó. Y se refirió a la posguerra, de la que todavía queda recuerdo vivo. Entonces, según el mago vitoriano, "la gente salió adelante, en unas circunstancias mucho más difíciles; ahora también es posible", vino a decir.
El discurso estaba llegando a su fin. Entonces, llegó el momento cumbre con la conversión en Celedón, comenzó a levitar y la nieve cayó sobre la plaza, mientras tomaban el relevo los protagonistas del montaje Badator Celedón, una producción propia de la Banda de Música y la Academia de Folklore, en la que han colaborado la coral Samaniego, Indarra Dantza Taldea y el colectivo RdR.
El escenario se abarrotó de un centenar de personas que de la mano del Celedón Viribay comenzaron a imaginar los principales momentos de las fiestas, empezando por los nervios de la víspera con música de Edward Gregson y su significativo The kings go forth (Los reyes se retiran). También salieron a escena los gigantes en otro momento, cuando se revivía la fiesta matinal, con la canción de Txomin Mujika, Aitziber eta Jon.
Y para terminar, qué mejor que las composiciones grandiosas de Haendel, desde el Hallelujah que animó la parte dedicada a la gaupasa hasta Fuegos artificiales para la traca final.
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