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Reportaje:

Vieja música busca público joven

El Jazzaldia de San Sebastián, clausurado ayer, se esfuerza en atraer a nuevos aficionados - El Espacio Verde cumple siete años ofreciendo estilos 'fronterizos'

Una vez que el telón del Festival ha caído y los focos se dirigen hacia otros eventos culturales de la ciudad, ya sólo queda hacer balance y preparar la próxima edición. El Jazzaldia se despidió ayer hasta el año que viene con algunos de los grandes del panorama musical actual, como Jamie Cullum, James Taylor y los alternativos The Bad Plus. Además, la última jornada deparó una mixtura especial entre lenguajes artísticos, el escultórico y el musical, gracias al concierto en Chillida Leku de Arild Andersen Trio.

A falta de los números definitivos, los responsables del festival ya han adelantado cifras de asistencia a los conciertos, con una participación elevada en eventos gratuitos como el de Vetusta Morla en la playa de la Zurriola, al que acudieron alrededor de 9.000 personas. Sin embargo, más allá de los números, ¿cuál es el perfil del auditorio? Los conciertos de la Trini, el Teatro Victoria Eugenia o del Kursaal han atraído a miles de personas que en su mayoría rebasaban la treintena, en contraste con el resto de escenarios -los gratuitos-, que han congregado una audiencia más diversa. A pesar de esta última realidad, sigue abierto el eterno debate sobre por qué el jazz no encuentra su sitio entre las aficiones de buena parte de la juventud.

Este es, desde hace años, un inconveniente ante el que los programadores del Jazzaldia se enfrentan cada año buscando fórmulas y conjuntos musicales que lo solucionen. Con la intención de promover una audiencia que abarque todas las generaciones, la dirección del Jazzaldia creó el Escenario Verde hace siete años, un espacio que fue inaugurado por el músico noruego Molvaer, que también ha participado en esta edición del Jazzaldia. Los estilos fronterizos de este espacio acercan a las nuevas generaciones al ambiente jazzístico, según la organización.

En realidad, se trata de "una emboscada musical", ya que el Escenario Verde está rodeado de otros que sí ofrecen una versión más purista del jazz, con el objeto de enganchar a los espectadores más cercanos al pop y a otros géneros musicales de mayor repercusión mediática. "Es una cuestión de modas y de apoyo de los medios de comunicación", opina Ane Miren Sorrostegi, madre de un joven de 19 años que nunca se ha sentido atraído por este género. La educación también parece ser un factor fundamental. "En casa hemos crecido rodeados de jazz", afirma un joven que acude cada año a los conciertos de pago. Eso sí, siempre con sus padres, recalca; sus amigos no comparten su afición.

Sin embargo, aunque muchos adultos y expertos en música esgrimen las razones anteriores, el principal motivo de desafección que invocan los propios jóvenes consultados por este diario parece ser el económico. Los conciertos de la plaza de la Trinidad, el Kursaal o el Victoria Eugenia quedan a menudo fuera del alcance de sus bolsillos, a pesar de que Donostia Kultura, ente que gestiona el teatro, facilita descuentos y promueve la hora joven, con entradas a tres euros que se ponen a la venta pocos minutos antes del comienzo de los actos, si hay plazas disponibles. Estas reducciones no se aplican, en cambio, en la Trinidad y el Kursaal.

El precio de los conciertos de esta edición han oscilado entre 10 y 60 euros, unas cantidades sobre las que las comparaciones son inevitables. Según Amaia, una estudiante universitaria donostiarra, "una entrada de día en el Festival Internacional de Benicàssim, que cada día puede tener más de 20 conciertos, cuesta 70 euros", solo diez más que el concierto que ofreció ayer James Taylor en el Auditorio del Kursaal.

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Ante este panorama, la apuesta fuerte del Jazzaldia son el Espacio Verde, que cada año se consolida como valor seguro del festival, y las redes sociales Facebook y Twitter, donde la organización ha sorteado entradas. Se trata, a fin de cuentas, de renovarse o morir.

Dos eventos, un debate

El Jazzaldia no es el único festival que se renueva constantemente en busca de nuevas fórmulas que atraigan a los jóvenes. La Quincena Musical, que arranca la próxima semana (4 de agosto), cuenta con el mismo problema, solo que, como comentan responsables del Jazzaldia, "todavía lo tiene más difícil" por la complicación adicional que presenta la música clásica a la hora de garantizar el relevo generacional del público.

Este es un reto que el propio Patrick Alfaya, nuevo director de la Quincenal, apuntó durante la presentación de esta edición, indicando que "quizás la fórmula mágica no exista y se necesite cierta madurez intelectual" para disfrutar de este género. A pesar de esta reflexión, la Quincena ha programado para este año nuevas actividades para el público infantil y propuestas que pueden atraer a la juventud, como las proyecciones musicales o la versión de la cantata Carmina Burana teatralizada por La Fura dels Baus.

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