Cinema infierno

En Kabul Cinema (2003), cortometraje del cineasta afgano Mirwais Rekab, un niño rescata bobinas de celuloide y piezas de un proyector en la cabina de una sala de cine en llamas. Con los materiales recogidos, acabará construyendo una suerte de cine portátil, que será, a su vez, su hogar provisional en un Kabul en guerra.

Finalmente, el orden talibán -que, dentro de un generoso catálogo de prohibiciones y tabúes donde se anatemiza, por ejemplo, disfrutar del canto de los pájaros, concede al cine un lugar de privilegio- impondrá a su insular rebeldía el correspondiente castigo ejemplarizante. El corto podría ser una adecuada pieza de acompañamiento al Cinema Paradiso (1988) de Giuseppe Tornatore: un "Cinema Inferno" surgido en el páramo de la intolerancia.

En Los ojos de Ariana aparecen algunas imágenes de Kabul Cinema, cuyo director ejerce de guía al documentalista español Ricardo Macián en este viaje concebido para capturar la memoria oral de quienes defendieron los fondos de la Filmoteca afgana bajo la sombra filo-medieval del integrismo. Sayed Majood Hussaini, la figura al frente de esa numantina célula de resistencia cinéfila, aporta su conmovedor testimonio y el singular macguffin del proceso de revelado de la última película que rodó, en circunstancias que podrían haberle costado la vida.

El documental de Macián habla del cine como elemento de cohesión de una comunidad, herramienta testimonial de lo que ya no está -el Buda de Bamiyán, cuya destrucción incendió los ánimos de Hana Makhmalbaf-, seña de identidad colectiva y arma política, entre otras cosas, pero le sobra distancia y le falta esa intensidad que transciende la funcionalidad del reportaje televisivo para estar a la altura de lo que se cuenta y de quienes lo cuentan.

Al final, parece fruto de esa inercia que fija en el imaginario occidental al talibán como súper-villano útil. Quizás no esté de más recordar que lo que distingue al muy civilizado Occidente del Afganistán del régimen talibán sea la sofisticación en las formas de asfixiar sus disidencias.