Arranca la desalinizadora de El Prat para mejorar el agua de Barcelona
La instalación, que se inaugura mañana, ha costado 230 millones
Más y mejor agua para Barcelona. A partir de mañana, cuando la desalinizadora de El Prat de Llobregat empiece a potabilizar agua marina, los pantanos se liberarán de la carga que supone abastecer a toda el área metropolitana de Barcelona. De los 360 hectómetros cúbicos que exige la zona, la planta podrá abastecer hasta 60.
La desalinizadora es recibida como agua de mayo: hace un año, cuando la sequía amenazaba con cortar el suministro doméstico, la desalinizadora se esperaba con ahínco. Las lluvias, que sitúan los pantanos al 90% de capacidad, hacen menos urgente su puesta a punto y permiten centrarse en los beneficios que producirá: el agua será mejor, aunque también más cara.
La calidad del agua ahorrará 40 euros al año en arreglos de lavadoras
"La calidad del agua mejorará considerablemente con la desalinización, puesto que tendrá una mineralización muy débil. El consumidor tendrá un líquido de muy buena calidad. Se notará en el sabor y el olor", afirma Joan Compte, gerente de Aguas Ter-Llobregat, propietaria de la instalación. "El agua de la desalinizadora tendrá más calidad que la del Llobregat, será mucho mejor para el consumo, con mucha salubridad", confirma Quim Pérez, de la asociación Ecologistes en Acció.
El líquido resultante de la desalinización tendrá menos calcio, maligno para lavavajillas y lavadoras. Con el agua desalinizada, habrá menos reparaciones. La Agencia Catalana del Agua calcula que el ahorro por familia gracias a la menor concentración salina del agua será de unos 40 euros al año.
El proceso de la desalinización explica la buena calidad del agua resultante. El agua del mar, captada a 30 metros de profundidad, se transporta a través de una cañería subterránea a la desalinizadora, situada a más de tres kilómetros de la zona de captación. El líquido se somete al proceso de ósmosis inversa, pasando por un filtro compuesto por unas finas membranas que eliminan la salinidad.El sistema de desalinización reduce los residuos de sal. Luego el agua se somete a una limpieza que la deja prácticamente pura: no contiene ni sal, ni residuos, ni nutrientes.
El último paso del proceso consiste en aplicar aquellos minerales necesarios para el consumo del agua, para garantizar la mejor calidad. Una vez realizado todo el circuito, el líquido se trasladará hasta la planta que ATLL tiene en Fontsanta (Sant Joan Despí), donde se mezclará con el agua del Llobregat para abastecer a Barcelona. Una cañería que cruzará Barcelona -y que ahora está en obras- permitirá que el agua desalinizada también abastezca la planta de Trinitat.
"La ósmosis inversa conlleva un gran gasto energético", protesta Quim Pérez, de Ecologistes en Acció. La entidad ecologista plantea dos problemas, la energía y la salmorra. Aunque, como mal menor al "excesivo consumo de agua", cree que la desalinizadora es la mejor solución: "permite recuperar el Ter y los acuíferos del Llobregat. Es mucho mejor que cualquier trasvase", apunta Pérez. "Las cuestiones ambientales también se han tenido en cuenta en el proyecto", responde Joan Compte, gerente de Aguas Ter-lLobregat.
La desalinización aumentará el gasto por litro de agua: es más barata captarla de los pantanos que fabricarla. Por ello, la planta funcionará a medio gas: mañana iniciará su producción al 20% de su capacidad, a un ritmo de 40.000 metros cúbicos al día. "Se ha querido hacer la gran desalinizadora, y cuando funcione a medias, los gastos energéticos se dispararán" prevé Ramón Espadaler, que fue consejero de Medio Ambiente de Convergència i Unió.
Incrementar la factura
La factura del agua se encarecerá. Los gastos de producción aumentan, aunque la poca presencia del agua desalinizada en el abastecimiento -el 16% del total- reducirá su efecto sobre el consumidor, que será paulatino. Los ecologistas mantienen que, para asegurar un ahorro superior de agua y cubrir los costes de gestión, es necesario subir la factura: "La población debe saber que el agua es un bien escaso y debe consumirse con cabeza", avisa Quim Pérez.
Los beneficios de la desalinización no serán inmediatos. De momento, se esperará a que funcione la instalación, que será inaugurada mañana por el presidente de la Generalitat, José Montilla, y la ministra de Medio Ambiente, Elena Espinosa. Con un coste de 230 millones de euros -el 75% pagados por Fondos de Cohesión de la Unión Europea-, su radio de acción afectará a 4,5 millones de catalanes repartidos por el área metropolitana de Barcelona.
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