"El chavismo ha tocado techo"
A principios de siglo, Michael Reid sentía que no todo lo que venía de América Latina era un desastre, como se decía. La región había pasado por unos años difíciles, pero la forma en que se presentaban los acontecimientos estaban llenos de estereotipos. Por eso este periodista británico, editor de la sección Americas de The Economist, decidió explicar la visión que tenía de la región. El resultado, después de tres años de trabajo, ha sido El continente olvidado. La lucha por el alma de América Latina (Belacqua), ahora traducido al castellano y que, según el autor, "trata de hacer justicia a la diversidad y la heterogeneidad de la región".
Pregunta. El libro está escrito antes de la debacle económica actual. ¿Va a traer la crisis consecuencias políticas?
"Los tiempos en que EE UU apoyaba golpes militares se han acabado"
Respuesta. Sí, pero no creo que lleven a una mayor radicalización de la izquierda. Lo más probable es que la tendencia pragmática, reformista, de centro-izquierda y de centro, de países como Brasil, Chile e incluso Perú y Colombia, se fortalezca. Los Gobiernos como Venezuela, Ecuador o también Argentina, cuyo crecimiento se ha basado en los precios altos de las materias primas y en un gasto público muy alto, que no han fomentado la iniciativa privada, van a sufrir más. Estar en el poder en América Latina estos últimos años ha sido muy bueno, y esto ha permitido que los presidentes sean populares. Lo que ocurre en democracia es que cuando las cosas van mal los votantes suelen cambiar de equipo. Eso favoreció a la izquierda hace unos años y creo que ahora va a empezar a favorecer al centro derecha, si es que se muestra competitivo y es confiable en el campo social.
P. En el texto sostiene que el principal riesgo para la región podría ser una expansión de la alternativa que propone Chávez.
R. El riesgo está ahí. La marea, la ola chavista, ha tocado techo. Si hay estancamiento económico va a haber desencanto social. La tentación de seguir a líderes mesiánicos que prometen la salvación está ahí. Pero pienso que los Gobiernos del socialismo del siglo XXI van a tener muchos problemas si la crisis es larga y profunda. Chávez supone el riesgo del caudillo, del presidente electo que gobierna como autócrata, que elimina la autonomía de las instituciones y que hace más difícil que se corrijan los errores y que las decisiones equivocadas se puedan revertir y no se queden ahí para siempre.
P. ¿Qué solución tiene el conflicto de Honduras?
R. La manera en que Zelaya fue sacado del poder despertó la pesadilla del pasado, de los golpes de los años setenta. No era la forma correcta de solucionar un conflicto de poderes. Por eso el Gobierno de facto de Honduras no recibe ningún reconocimiento internacional. Por otro lado, hay que reconocer que Zelaya no era un santo. Había dado señales de violar la Constitución. En teoría, no debe ser muy difícil negociar una solución al conflicto, que implicaría adelantar las elecciones y la restitución de Zelaya con algún tipo de co-gobierno. Pero detrás de Zelaya está Hugo Chávez y otra gente, que no estoy tan seguro de que quieran una solución negociada. Ellos ven la política como un juego de suma cero, quieren la restitución de Zelaya sin condiciones, algo que me parece difícil.
P. ¿Qué papel ha jugado Estados Unidos?
R. Está jugando un papel muy inteligente. Fue tajante a la hora de condenar el golpe, lo que no ocurrió en el que se produjo contra Chávez en 2003. Envió un mensaje claro de que los tiempos en que Estados Unidos apoyaba golpes militares se han acabado. Si en un momento se quedó callado fue cuando Chávez quiso restaurar a Zelaya a fuerza de manifestaciones populares, cuando quedó claro que eso no iba a suceder. Ha apoyado además el intento de mediación de Óscar Arias. Si resulta exitoso, Estados Unidos va a salir bastante bien. Si el conflicto se radicaliza, será malo para Honduras, para la región, pero también para la Administración de Obama.
P. ¿Cuáles van a ser las prioridades del Gobierno estadounidense hacia la región?
R. Las prioridades siempre están fijadas por las realidades. La primera va a ser México, porque es un país fronterizo, un socio comercial muy importante y que está librando una batalla contra el crimen organizado que, por su naturaleza, es transnacional. Estados Unidos está involucrado, quiera o no. En cierta forma es responsable de ese problema. En segundo lugar, Cuba es un asunto de polémica doméstica en Estados Unidos, con grupos de intereses pequeños pero bastante influyentes. En tercer lugar, las relaciones con Brasil son cada vez más importantes. Es el único país en la región, además de Estados Unidos, con aspiraciones globales y un peso económico que va a ser cada vez más importante.
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