Dormir en el Ritz a mitad de precio
El lujoso hotel rebaja sus tarifas a causa de una huelga de empleados
Mientras un trajeado pianista intentaba ayer, sin éxito, ambientar y hacer apacible el lujoso recibidor del hotel Ritz fuera, más de 80 empleados en huelga se afanaban, ellos con mayor fortuna, en hacer ruido. Y mucho. Tanto, que el hotel de cinco estrellas se ha comprometido a descontar un 50% del precio de sus habitaciones (la más barata ronda los 600 euros) para compensar las molestias a sus clientes.
"¡Aquí nos tienes, despídenos si quieres!", se podía oír entre un estruendo de sirenas y pitos. Era el primer día de huelga convocada para exigir la readmisión de 17 trabajadores despedidos la semana pasada, "por causas económicas", según justificó la dirección del hotel, "para ahorrar costes", según los afectados.
Los huelguistas, un 90% de una plantilla de 287 empleados, según los sindicatos (un 45%, según el hotel), no se creen las razones económicas que aduce la dirección para justificar los despidos. "Aquí no hay crisis, lo que hay es mucho jefe y poco soldado", decía el delegado de CC OO en el comité de empresa, Santiago Glodosindo.
"Ya lo he entendido: están despidiendo a gente y contratando a otra más barata", resumía un niño de ocho años que acompañaba a su tía en la protesta. "Me despidieron a las ocho de la mañana y a las nueve ya había otra chica haciendo mi trabajo", explica una ex empleada. "No es que sobremos, es que nos están cambiando por otros", decía también una de las doncellas despedidas. Y es que lo que les indigna es que otros, sin experiencia y contratados temporalmente, cubran sus bajas porque les sale más barato.
Por su parte, la portavoz del Ritz, Cristina Ferreira, niega que se haya sustituido a los despedidos por empleados de una empresa de trabajo temporal, aunque no precisa cómo se está compensando el trabajo, con una ocupación del 56%. Además, para justificar los "irremediables" despidos, añadió que sus ingresos de enero a junio habían disminuido en un 24% con respecto al año anterior y que, tras estudiar diversas medidas para reducir costes, la única solución que encontraron fue despedirles.
Amor y Eduardo rondan los cincuenta y son el ejemplo que todos los demás usan para ilustrar su protesta. Trabajaban en el hotel desde hace más de tres décadas y su despido llegó prácticamente a la vez y de un día para otro. "Nos hemos conocido aquí, nos hemos casado aquí, hemos tenido los hijos aquí... ¿Y ahora? ¡A la calle!", decía Amor con la voz quebrada. Eduardo, mientras, se lamentaba por la falta de diálogo. "Estaba dispuesto a negociar mi sueldo, pero no me han dado ni la oportunidad". "¿Qué van a hacer mis padres ahora con cincuenta y pico años?", preguntaba su hija poco después. Nadie le respondió.
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