Vivienda social sobre cimientos sólidos
En 2002, cuando la bonanza económica aún permitía a las constructoras cuadruplicar el capital invertido en menos de un año, el segmento de la vivienda de protección oficial era un reducto reservado a la iniciativa pública o a unas pocas empresas privadas que lo mantenían como una parte minoritaria del negocio. Visoren, sin embargo, nacía con la mirada puesta precisamente en la vivienda social, desafiando a las voces que tildaban de "iluminados" a los cinco socios que se enrolaron en el proyecto.
"¿Por qué esperar ocho o nueve años para obtener los primeros beneficios si puedes recuperar el capital invertido en pocos meses multiplicado por cuatro?". Para Ramon Ruiz, socio directivo de Visoren, la pregunta que tantas veces le formularon entonces la responden hoy los hechos con una contundencia palmaria: en plena crisis económica, con el mercado libre en horas bajas, la vivienda de protección es la que está salvando el sector inmobiliario. "Aquí no hay posibilidad de burbuja, porque los precios y las reglas del juego los marca la Administración, pero tampoco hay pinchazos en épocas de recesión", dice Ruiz.
La posibilidad de sobrevivir a la debacle general es mayor si la crisis se presenta cuando la empresa está asentada ya sobre cimientos sólidos, como es el caso de Visoren. Con una docena de trabajadores, y dedicada a la construcción, promoción y explotación de vivienda protegida en régimen de alquiler en suelo cedido por la Administración pública, la compañía superó el pasado abril los objetivos fijados para 2009 con la adjudicación de 529 viviendas en León. Visoren supera con esta operación las 2.000 viviendas en cartera previstas para el presente ejercicio: hoy acumula 2.180 adjudicadas, de las cuales 986 en Cataluña. Los primeros beneficios llegaron en 2008: 342.000 euros, el 8% de su facturación, de 4.122.000 euros.
Lo de Visoren no es una carrera a contrarreloj, sino un caminar a paso lento sobre suelo firme. Los vientos soplan a su favor: la demanda de vivienda social crece sin cesar y las recientes políticas de impulso de la VPO arrojan ya cifras para el optimismo: en 2008 se superaron por primera vez en Cataluña las 10.000 viviendas sociales iniciadas.
Pero Ruiz destaca que para obtener buenos resultados no basta con tener buenas cartas. Hay que jugarlas bien. "Visoren se distingue por una buena praxis, ya que la buena gestión nos permite ofrecer calidad y buenas condiciones al cliente, y un modelo innovador en España que lleva años funcionando en Europa", dice Ruiz. La compañía llega a acuerdos con los ayuntamientos para que le cedan suelo por un periodo de 30 a 65 años a cambio de promocionar y gestionar pisos sociales de alquiler. Finalizado el plazo pactado, las viviendas pasan a manos públicas.
Con esta fórmula, la empresa salva el escollo de la falta de suelo, mientras que las administraciones evitan la inversión y el endeudamiento y se libran de una tarea farragosa, la gestión y explotación de las viviendas. "Las empresas que forman Visoren conocemos el mundo del municipalismo, tenemos larga experiencia como constructoras y contratistas de la Administración y conocíamos, cuando creamos la compañía, los problemas de los ayuntamientos para hacer vivienda social", explica Ruiz, quien resalta la "finalidad social" de esta forma de conjugar la iniciativa privada con las necesidades de las administraciones. En definitiva, argumenta Ruiz, el que sale ganando es el sector que más está sufriendo los efectos de la crisis: los jóvenes y las personas con rentas bajas, que no pueden pagar los precios prohibitivos de la vivienda del mercado libre.
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