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Crítica:GREC 2008
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Azul que te quiero azul

Al inicio de la Guerra Civil nuestro Josep Maria de Sagarra se vio obligado a huir a Francia; allí se casó y, con su mujer, emprendió una larga luna de miel por los mares del sur. La experiencia, a bordo del Commisaire Ramel desde Marsella hasta Tahití, atravesando el Atlántico y haciendo escala en las islas del Pacífico, fue el material de su cuaderno de bitácora, La ruta blava: viatge a les mars del sud, que no se publicaría en catalán hasta después de su muerte. Josep Galindo y Pablo Ley han reconstruido el viaje de Sagarra junto a su hijo Joan para dotar de imágenes la adaptación escénica del diario y realizar, en paralelo, un documental que ya se ha pasado por televisión. El montaje teatral de esta ruta blava hay que entenderlo como una continuación del proyecto que presentaron durante el Fórum, Homenatge a Catalunya, de George Orwell, pues, a pesar de los cinco años que separan los dos espectáculos, tanto Sagarra como Orwell trasladaron sus vivencias al papel por las mismas fechas. Dos miradas, pues, sobre la Guerra Civil, aunque la que nos ocupa sea distante, y sus colores, más alegres.

La ruta blava

Adaptación de La ruta blava: viatge a les mars dels sud, de Josep Maria de Sagarra. Dramaturgia: Pablo Ley. Dirección: Josep Galindo: Intérpretes: Jordi Martínez, Manel Dueso, Rosa Galindo, Quim Dalmau, Luc Olivier Sánchez, Jordi Banacolocha, Oscar Kapoya, Iva Horvat. Teatro Romea. Barcelona, hasta el 2 de agosto.

Notable, pero tramposo

El esfuerzo por dar forma escénica al diario de Sagarra es notable y eficaz, pero algo tramposo: el retrato que el escritor hace de sus compañeros de viaje sirve para construir una versión coral del mismo, para crear unos personajes de lo más variopinto que dan voz al autor. Y así, lo que vemos sobre el escenario es a un grupo de burgueses extravagantes que se suben a éste, convertido en el espacio común del Commisaire, por una rampa desde la platea con la intención de transformar sus huidas en diversión.

Sagarra (Jordi Martínez) es el más serio de todos y se codea con -desdoblándose en- el resto de los pasajeros: Mr. Marcel Catule (Manel Dueso), un tipo excesivo e irritante; "una mujer de mediana edad" algo sosa pero de bonita voz (Rosa Galindo); "la persona más corriente" (Quim Dalmau) y la más sensible; "un tal Crichton" (Luc Olivier Sánchez), el pianista; "un viejo funcionario de Marina" (Jordi Banacolocha), pura ilusión; un "camarero negro" (Oscar Kapoya), y "una mujer enigmática" (Iva Horvat). Los ecos de Conrad, en las descripciones de un paisaje exuberante y sofocante, se unen a los del Bounty o los de Gauguin en un espectáculo variado y abigarrado que se hace, a ratos, demasiado largo.

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