Mucho Betis para Lopera

Decenas de miles de sevillanos no sevillistas se manifestaron el lunes por la noche por la "dignidad" y el "futuro" del Betis, que identifican con la marcha del accionista mayoritario del club, Manuel Ruiz de Lopera, investigado judicialmente por supuestos delitos societarios y de apropiación indebida y a quien sus enemigos acusan de haber convertido al club en su finca particular.

El descenso a Segunda División, tras dos temporadas de bordear el precipicio, pese a contar con el octavo presupuesto de Primera División y a que ocupa el décimo lugar en la clasificación histórica de la Liga, ha enardecido los ánimos del beticismo, que no cree que ese desenlace dependa sólo del capricho del balón cuando elige entre entrar o no en la portería. La experiencia indica, en efecto, que un club inestable puede aguantar un tiempo, pero que a la larga transmite inseguridad al equipo, empujándolo al abismo de segunda.

Nacido como reacción al supuesto cosmopolitismo del primitivo Sevilla FC, su identidad se ha ido forjando por oposición a los rasgos atribuidos al eterno rival, incluido el del señoritismo, y ha sido durante decenios un equipo eminentemente popular, en Sevilla y en toda España.

Lopera, más populista que popular, lo compró en 1992, salvándolo de un riesgo cierto de desaparición, según recuerda cada vez que oye el grito de "Lopera, vete ya". Grito que ha seguido resonando en el estadio que lleva su nombre pese a que desde hace tres años figura como presidente nominal una persona puesta por él para dar la cara; es decir, para que, llegado el caso, se la rompan en su nombre.

Sigue Lopera en esto la tradición de los hombres de paja que a fines del siglo XIX figuraban como "editor responsable" de algunos diarios y que cobraban por asumir la autoría, llegado el caso, de artículos no firmados incursos en delito de opinión, según la ley de 1883. Salvando las distancias, naturalmente, porque hubo caso en que, a la hora de firmar la indagatoria, se descubrió que el hombre de paja era analfabeto. Lo que le llevó a declarar al juez que los artículos "los dictaba".

Lo de Lopera es un caso diferente: el de un Betis demasiado grande para tan poco presidente.